martes, 14 de junio de 2011

CAPITULO 2



 Oí que Matt abría la puerta y salía al pasillo y cuando cerró escuché las voces de las tres chicas mientras bajaban las escaleras.
Me levanté y me vestí.

 Salí de mi habitación a toda prisa para que me diera tiempo a seguirles. Al bajar las escaleras y cruzar el hall sin ser descubierto los vi corriendo hacia la puerta trasera que daba al bosque.

 Salieron fuera y yo me escondí detrás de varios árboles hasta que llegaron al claro donde se celebraba la fiesta.
 Todo el mundo bailaba en torno al lago y mucha gente se giró al ver entrar a Matt con las chicas.
 Cris cogió a Luna de la mano y empezaron a bailar. Paula y Matt se fueron hacia un grupo de gente que había unos metros más allá.

 Estuve observando durante un largo rato. Entonces, Luna se apartó un poco y se adentró sola en el bosque. La seguí hasta que se paró en seco y se dio la vuelta.
Mierda, me había descubierto.
  -Así que… ¿me espías? ­­- dijo sonriendo.
  -No, en realidad yo no… - ¿y ahora qué excusa ponía? - verás, solo quería que no te ocurriera nada, no trataba de espiarte.
  -Baila conmigo - soltó de repente.
  -¿Qué? - pregunté incrédulo.

 Desde ahí se oía la música de la fiesta y la luz de la luna era suficiente para ver bien. Luna llevaba un vestido azul de tirantes con dos flores amarillas.

  -Que bailes conmigo - repitió riendo.
  -Vale, pero yo no sé… - no me dio tiempo a terminar la frase, porque ella cogió mi mano y posó la mano que le quedaba libre sobre mi hombro.
 Rodeé su cintura con mi mano y comenzamos a bailar dando vueltas.

 Hubo un momento en el que me tropecé con mis propios pies y los dos caímos al suelo.
 Luna cayó sobre mí y los dos empezamos a reír, rodamos abrazados por el suelo de forma que yo volví a quedar debajo de ella. Levantó la vista y me miró, de forma que pude contemplar sus enormes ojos azules.

  -Ejem, ejem - se escuchó una voz desde detrás de un árbol que me sacó de mi empanamiento.

 Nos pusimos de pie de un salto y nos sonrojamos al ver a Cris con los brazos cruzados apoyada en un tronco.

  -Bien, ¿alguien me explica lo que estaba pasando? - preguntó con curiosidad y celos en la voz - ¿y por qué estás tu aquí Nathan?
  - He venido ha comprobar que Luna estaba bien y me ha visto. Y lo que estaba pasando era que hemos empezado a bailar y como soy tan patoso nos hemos caído los dos - dije medio enfadado porque hubiera llegado en este momento.
  -¿Y tú a qué venías? - preguntó Luna igual de enfadada que yo.
  -A buscarte a ti por si querías irte ya a dormir, porque yo me voy ya - contestó Cris.
  -Pues… no sé - dijo Luna mirándome con ojos suplicantes para que nos quedáramos.
  -Nos quedaremos cinco minutos más, ve andando que ahora te cogemos Cris - dije sin saber muy bien que hacer.
  -Está bien, pero no tardéis - dijo cruzando el pequeño claro en el que nos encontrábamos en dirección al reformatorio.
  -¿Seguimos con nuestro baile? - preguntó Luna cuando Cris ya se había ido.
  -De acuerdo, y esta vez intentaré no tropezarme - dije sonriendo.

 Ella volvió a colocar  su mano sobre mi hombro a la vez que yo la cogía de la cintura  y juntamos las manos restantes.
 Esta vez conseguí no tropezarme y bailamos sin parar durante unos minutos, me hubiera gustado que hubiese durado eternamente, pero como todo, tuvo un final.

  -Me parece que nos tendríamos que ir ya, le prometimos a Cristina que no tardaríamos mucho - dijo en un susurro, como si no quisiera que la escuchara a pesar de que me hablaba a mí.
  -Tienes razón - dije aún sin despegar mis manos de ella.

 A ella también le debía costar separase de mí, porque se acercó más y nos abrazamos. Fue un abrazo precioso, y había mucha felicidad en él. Sentí ganas de protegerla, de ayudarla, y de ir al fin del mundo si hacía falta.

  -Creo que es hora de irnos - dijo mientras se apartaba suavemente, pero sin soltar mi mano derecha.
  -Sí - dije estrechando su mano izquierda.

 Fuimos andando de la mano hasta que vimos a Cris apoyada en la pared del reformatorio junto a la puerta trasera, entonces separamos nuestras manos inconscientemente.

  -Ya era hora - dijo Cris fulminándonos con la mirada.
  -Perdón - nos disculpamos Luna y yo a la vez.
  -No he visto a ningún guardia por esta zona, así que supongo que vendrán dentro de poco a pasearse por aquí, hay que darse prisa - dijo Cristina como si no nos hubiera oído.
  -Pues venga, entremos - dije mientras habría la puerta. - Antes no estaban las cámaras encendidas, pero a estas horas si lo estarán, así que hay que tener cuidado y no hacer movimientos bruscos, porque las cámaras graban donde detectan movimiento - expliqué a Luna.
  -Vale, lo he pillado - dijo pasando detrás de Cris al pasillo.
  -Hay una cámara en el pasillo que hace esquina con este, así que ha partir de ahí hay que ir despacio - nos susurró Cristina.

 Entramos en el pasillo, estaba muy oscuro y solitario, pero no me dio miedo, ya había pasado antes para volver de otras fiestas.
 Cuando llegamos a la esquina, la cámara miraba hacia el otro lado así que nos pusimos debajo a tiempo antes de que se girara. En ese momento oímos como se abría la puerta trasera y unos pasos se aproximaban por el pasillo, debía ser un guardia.
 
  -Venga, subid a las habitaciones, que yo os cubro las espaldas, - susurré apremiándolas - si nadie le entretiene nos descubrirá a los tres.

 Ellas echaron a andar lentamente, sin hacer ruido, ni ningún movimiento brusco, hacia las escaleras.

 Lo único que deseé antes de salir de debajo de la cámara fue poder hacerme invisible para distraerle sin que me viera. Entonces salí, dispuesto ha conseguir que el guardia no descubriese a las chicas, que todavía las faltaba tres cuartos de pasillo para llegar a las escaleras. Empecé a moverme hacia la esquina, mientras notaba que el objetivo de la cámara me seguía.

  Me planté en frente del guardia, a unos diez metros, pero el no pareció verme. Era grandote, un poco calvo, debía de tener unos cuarenta y tantos; llevaba un uniforme azul oscuro con una gorra, una linterna y una pistola.

 Entonces fui a mirarme las piernas y las manos, ¡pero no las veía! Era perfecto, nadie me podía ver pero yo si veía ha los demás, así que lo aproveché.

 Me acerqué al guardia y le tiré la gorra al suelo, empezó a mirar a todos lados pero como no vio a nadie se agachó, recogió su gorra y se dispuso a andar, pero le volví a tirar la gorra. Las chicas debían haber llegado ya a las escaleras, así que hice ruido detrás de él y cuando se giro eché a correr hacia las escaleras sin hacer ruido.

 Cuando llegué arriba ya me veía, la verdad es que todavía no me lo creía; me había vuelto invisible… pero no sabía como, ese era el problema.
 Las chicas estaban ya en el pasillo, en frente de nuestras habitaciones y cuando me vieron, corrieron hacia mí.

  -Le has conseguido despistar, ¡qué bien! - casi gritó Cris.
  -Gracias por cubrirnos las espaldas. ¿Estás bien? - preguntó Luna preocupada.
  -Sí, sí. Solo que todavía no me creo que… - ¿continuaba o no? ¿Se lo creerían?
  -¿Que es lo que no te crees? - preguntó Cris cuando vio que yo no seguía la frase.
  -Nada, que no nos hayan pillado - contesté.
  -Ya, bueno, me voy a dormir que estoy cansada - dijo Cristina dirigiéndose ya hacia su habitación. - Buenas noches - dijo en la puerta, entró en la habitación y cerró.
  -Hasta mañana - le respondió Luna - ¿Y ahora qué hago? La verdad es que no tengo mucho sueño.
  -Bueno… - empecé sin saber muy bien que decir - ¿quieres pasar? - pregunté señalando hacia la puerta de mi habitación.
  -Eh, vale - contestó Luna tímidamente.

Abrí la puerta, ella entró delante de mí, nos sentamos en mi cama.
Todo estaba un poco desastroso, Matt y yo desde luego no éramos las personas más ordenadas del mundo, así que la habitación estaba mangas por hombro y me dio un poco vergüenza.
 Nos quedamos en silencio hasta que se me ocurrió una pregunta:
  -¿Te importa que te pregunte por qué estás aquí?, no tienes pinta de asesina psicópata.

 Ella soltó una carcajada.
  -Verás, en mi instituto había dos chicas, que eran las típicas matonas que se metían con todo el mundo; pero que siempre salían ganando. Hasta que un día me harte, yo normalmente soy tímida; pero cuando me enfado es mejor no estar cerca, así que las pillé metiéndose con una amiga y bueno… lo pagaron, las dejé inconscientes durante unas horas. Así acabé esta mañana aquí.
 
 Me di cuenta que tenía cara de atontado, se notaba que no me imaginaba a Luna pegando a la gente.
 
  - En realidad, no quería darles tan fuerte - prosiguió ella cuando vio mi boca, abierta del asombro -  solo quería que escarmentaran.
  -Pues creo que lo conseguiste.
  -Ojala - susurró con una mirada misteriosa, como si no me hubiera contado la historia al completo. –Bueno, ¿y tú… por qué estás aquí? Yo te he contado lo mío, es justo que tú me cuentes lo tuyo – justificó.

 Tenía razón, y aparte confiaba en ella. Estaba seguro de que no me iba a tomar por loco, como hicieron otras personas, cuando se lo contaba.
  -Pues yo estaba en un parque con… - comencé, pero justo entonces entró Matt.
  -Ah, hola chicos, ¿no interrumpo nada, verdad? - preguntó al ver a Luna sentada a mi lado en mi cama.
  -Esto… no, yo ya me iba - explicó Luna.

 Se levantó de la cama y yo la seguí hasta la puerta. Una vez allí le di las buenas noches y ella me respondió con un suave beso en la mejilla.
 -Hasta mañana, y gracias por todo - dijo antes de entrar en su habitación.

Otro beso. ¿Y este que significaba? Yo la quería, pero ¿y ella? ¿Me quería a mí? Esa era la cuestión. Bueno, ya lo averiguaría.

 Me pasé a mi habitación donde Matt estaba empezando a ponerse el pijama.
  -¿Qué hacía Luna aquí? - preguntó Matt.
  -Nada, pasar el rato hasta que volvierais Paula y tú. Cris estaba muy cansada y se pasó a dormir enseguida, pero Luna no tenía sueño, así que se vino aquí – contesté mientras me ponía el pijama.
  -¿Y qué habéis hecho? - siguió preguntando con una mirada curiosa y una sonrisa que yo conocía.
  -Hablar, no seas mal pensado imbécil - le contesté tirándole los calcetines sucios a la cara.
  -Vale, vale, tranqui - se disculpó riéndose - era una broma. ¿De qué hablabais?
  -Ella me ha contado por qué la han traído aquí y yo estaba empezando a contarle lo mío cuando has entrado.
  -¿Se lo ibas a contar? Pero si solo me lo has contado a mí desde que viniste y fue porque pasaste el año entero compartiendo habitación y yendo a todas partes con migo - dijo pensativo.
  -Ya - dije sin darle importancia.
  -Entonces, te debe de importar de verdad - comentó como descubriendo América - ¿Te gusta de verdad, no?
  -Sí tío. Ya lo has descubierto. Ahora a dormir - dije mientras me metía en la cama sin dejarle tiempo para que me siguiera interrogando.- Hasta mañana.
  -Buenas noches - contestó Matt apagando las luces.

 A la mañana siguiente:
 Que asco, nunca se cansarán de poner la misma melodía todas las mañanas.
 Me levanté al oír la alarma de todas las mañanas, era las ocho y media, por ser sábado nos habían dejado dormir una hora más.
 Fui derecho al armario y me puse lo primero que pillé, unos vaqueros oscuros y una camiseta negra, ya que al ser fin de semana no hacía falta llevar el uniforme.
 Me miré al espejo, mi pelo castaño oscuro estaba muy despeinado y comparado con el bonito cabello rojizo de Luna, era demasiado normal y simple. Y mis ojos, igual de oscuros que mi cabello, comparados con los bonitos ojos azules de Luna, no eran nada.
 En fin, estaba claro que no me podía comparar con Luna en cuanto a belleza.

 Miré a mi espalda y vi que Matt seguía durmiendo, como de costumbre, ni se había inmutado con la alarma. Entonces me acordé de la conversación que había tenido con él la noche anterior. Tenía razón, sólo él sabía porque estaba aquí y yo ayer había estado a punto de contárselo todo a Luna, ahora no estaba tan seguro de decírselo; ¿y si no me cree? ¿Y se me echa la culpa y no vuelve a confiar en mí?
 Y, por si fuera poco, le había confesado a mi compañero de habitación que me gustaba la chica nueva, todo por no seguir discutiendo.

 Me dirigí a despertar a Matt, como todos los días,
  -Matt, Matt. Venga tío, despierta - le dije mientras le empujaba a los lados.
  - Eh… ¿qué pasa? - murmuró con los ojos todavía cerrados.
  -¡Qué es para hoy! - le grité al oído.
  -¡Ah! Joder tío, no me pegues esos sustos que sientan muy mal cuando te acabas de levantar - gruñó estirándose y bostezando.
  -No te gritaría si te despertaras como todo el mundo, cuando suena la alarma - insistí mientras subía la persiana para que entrara más luz.
  -Ya, pero sabes que no lo hago a posta - protestó mientras se tapaba la cara por la luz que entraba -, de todas maneras, ¿cómo es que ya estás vestido? Yo tardo en despertarme, pero los sábados normalmente tú tardas especialmente en vestirte hasta que no te queda más remedio para llegar a desayunar a tiempo.
  En realidad estaba deseando ver a Luna y hablar con ella, por lo que el desayuno era una excusa perfecta, pero había que ser puntual.
  -Yo iba a… - comencé buscando una excusa.
  -Espera, no me lo digas - cortó con una sonrisa dibujada, como si descubriera el mayor secreto del mundo y solo él lo conociera - ibas a ver a Luna - declaró.
  -Eh, sí - contesté tímidamente.

 Matt me conocía demasiado bien como para no saber lo que pasaba por mi cabeza.
 Me quedé callado, pensando qué le diría a Luna y entonces me di cuenta de Matt todavía me observaba.
  -Vamos - dijo - puedes contármelo.
  -¿Contarte qué?
  -Lo que te preocupa. La nueva te gusta, pero tu duda es si tú le gustas a ella, ¿verdad?
  -No se te escapa ni una. Sí, esa es mi duda, has vuelto a acertar, pero el problema es como puedo averiguarlo.
  -Pues muy fácil, con mi ayuda, puedo hablar con ella - dijo deseando ayudarme.
 Puse cara de sorpresa.
  -Venga tío, somos amigos ¿no? Confía en mí - dijo muy en serio.
  -Eh, pero no sé, es que… - me quedé pensando - vale, pero no la cagues.
  -¡Don`t worry¡ - casi gritó mientras se levantaba, cogía ropa limpia y salía al baño.

Para algo están los amigos digo yo.
Bueno ¿y ahora qué debía que hacer?¿Esperar a que Matt hablara con Luna o hacer como si no pasara nada?
Alguien llamó a la puerta.
  -¿Puedo pasar? - la voz de Luna sonaba de detrás de la puerta.
  -Sí, claro, pasa - contesté abriendo la puerta.
Llevaba unos vaqueros azul claro y una camiseta roja. El conjunto le quedaba genial con su pelo pelirrojo y sus ojos de azul cielo.
  -Eh, vamos a desayunar cuando Paula y Cris terminen de arreglarse y después iremos a dar una vuelta por la zona delantera, Cris se ha empeñado en enseñarme todo. - Hizo una pausa mientras me miraba con una mirada intensa pero tímida, como era ella - Me preguntaba si Matt y tú querríais con nostras.
  -Claro que sí - contesté demasiado rápido -. Matt no está aquí, pero supongo que no le importara venirse.
  -Vale, ahora nos vemos, pasadnos a buscar cuando halláis acabado de arreglaros - dijo despegando su mirada de la mía y volviendo a su habitación.

 Entré en mi habitación y cerré la puerta.
 Cuando llegó Matt le conté la propuesta de Luna y accedió a acompañarnos.
 Bajamos al comedor y esta vez, me senté al lado de Luna. Desayunamos leche con galletas, como todas las mañanas, mientras planeábamos el día.

Paseamos por la parte trasera. Cris iba explicándole a Luna todo lo que había en el reformatorio y, de vez en cuando, Paula o Matt intervenían para corregirla algunos errores.
Yo iba callado, pensando en la conversación que había mantenido con Matt esa misma mañana. ¿Cómo se lo tomaría Luna?
Cuando nos sentamos a comer en el césped, Luna se sentó a mi lado y me preguntó:
  -Nathan, ¿por qué estás tan callado?
  -Sólo... estaba pensando - respondí mirando sus enormes ojos azules.
  -Pues yo creo - intervino Paula - que llevas demasiado tiempo pensando.
  -¿Por qué lo dices? - pregunté volviéndome hacia ella.
  -Vamos, - saltó Matt de repente- apenas has dicho dos palabras desde que salimos del comedor.
  -Es que...- dije - Matt, ¿puedo hablar contigo un momento?
  -Si, claro, vamos allí - dijo señalando un árbol que había a unos metros de donde estábamos sentados.
  -Vale - accedí.
Nos levantamos y caminamos hasta llegar donde la sombra del árbol nos cubría por completo.
  -No quiero que le digas nada a Luna - dije rompiendo el silencio.
  -¿Qué pasa? ¿No confías en mí? - preguntó con la mirada entristecida.
  -No es eso, pero- no sabía que decir - no sé como se lo tomará. Es nueva y eso, y a lo mejor prefiere conocer bien a todos antes de nada.
  -Vale, si es lo que quieres... - y se fue con las chicas.
Me quedé unos minutos pensando hasta que me decidí por volver con los demás. Cuando llegué me volví a sentar en el mismo sitio, al lado de Luna.
Pasamos el resto de la tarde dando vueltas cerca del lago.
Nos pusieron para cenar un asqueroso puré que ni el cocinero sabía lo que llevaba.
No pegué ojo en toda la noche pensando en si debía haberle dicho a Matt lo de Luna o si debía haberme callado.
Ala mañana siguiente ni siquiera salí de la cama. Lo único que hice en todo el día fue estar tirado en la cama.
Cuando Matt llegó por la noche intentó contarme lo que habían hecho pero, sinceramente, no me apetecía saberlo, así que me di media vuelta y, esta vez si, me quedé dormido.


3 comentarios:

  1. Como el primer capitulo me encanta seguir escribiendo que sois muy buenas un beso

    ResponderEliminar
  2. ola m encanta d verdad para ser niñas d 14 años escribis mu bn ojala yo q tengo 1 alo mas q vosotras escribiera tan bn os felicito

    ResponderEliminar
  3. Gracias, en cuanto esté listo subiremos el tercer capítulo

    ResponderEliminar