miércoles, 1 de febrero de 2012

CAPÍTULO 8

Lo siguiente que vi fue como la mano de Luna se estampaba en la mejilla derecha de Víctor antes de que sus labios llegaran a rozarse.
  -Hija de… - murmuró Víctor antes de llevarse las manos a la mejilla dolorida.
Víctor tenía cogida a Luna por los hombros contra una estantería, pero la ostia sirvió de distracción para que la soltara y Luna salió corriendo hacia la puerta.
Al levantar la mirada y verme allí, su rostro pasó del alivio a la preocupación en lo que tardó en llegar hasta mí.
  -.Venga, vámonos, rápido – me dijo con mirada suplicante.
  -No, pagará por lo que ha intentado hacerte. – dije apartándola hasta situarla detrás de mí.
  -¡Oh, qué bonito! El príncipe viene a por su princesita – dijo con una asquerosa sonrisa burlona.
  -Déjate de chorradas, imbécil.
  ¿Qué pasa? ¿Hoy no estamos de buen humor? -  dijo acercándose.
Escuché pasos detrás de mí.
  -¿Dónde os habíais metido? – preguntó Paula.
Me giré hacia Cris para observar su cara. Por lo visto, ya había deducido lo que había pasado.
Hubo un incómodo silencio tras la pregunta de Paula, hasta que me decidí a contestar.
  -Muy simple, Víctor ha intentado besar a Luna y ella le ha metido un tortazo, pero no va a ser la única – dije acercándome a Víctor.
  -Tranquilízate, que tampoco es para tanto - intervino Matt – Además, te recuerdo que esto es la biblioteca, donde supuestamente deberíamos estar e silencio.
  ¿Sabes quién es? – pregunté señalando a Víctor.
  -Nathan, no puedes decírselo – dijo Luna.
  -¿Qué más da? Ya lo sabe todo – dije mirándola antes de girarme hacia Matt – Es uno de los malos, Matt. De los que acaban con vidas inocentes. Es un…
  -Asesino de la Oscuridad. Eso es lo que soy – acabó Víctor la frase sonriendo justo antes de echar a correr  hacia mí e intentar pegarme un puñetazo que esquivé con facilidad.
  -Matt, llévate a las chicas de aquí, esto se va a poner feo – dije intentando devolverle el golpe a Víctor, que también lo esquivé con facilidad. Estábamos igualados en cuanto a reflejos. Hobo un momento en el que paramos y nos quedamos mirándonos fijamente.
  -No, yo no pienso dejarte solo – protestó Luna dando un paso adelante.
  -¿Alguien me puede explicar de que va todo esto? – preguntó Paula.
  -Venid, os lo explicaré todo – dijo Matt cogiendo a Paula y a Cris y llevándoselas de la biblioteca.
  -No, Matt, lo juraste, no puedes contárselo – cortó Luna con una Mirada penetrante.
Los segundos de miradas fijas terminaron con una patada de Víctor que yo paré con esfuerzo, tirándole al suelo. Intenté devolverle la patada, pero él me agarró de la pierna y me tiró al suelo, momento que aprovechó para darme un puñetazo en la cara que me dejó confuso durante unos instantes horrorosos en los que vi todo borroso. Cuando pude centrar la visión vi una figura interponiéndose entre Víctor y yo y unos brazos que me rodearon e intentaron incorporarme.
Giré la cabeza y vi a Luna que, con la ayuda de Paula, me intentaba levantar. Y hice un esfuerzo para facilitárselo.
  -Gracias – murmuré.
Una vez levantado vi que era Matt quien se había interpuesto entre Víctor y yo.
  -Matt, ¿se puede saber que haces? – pregunté
  -Intentar que no os matéis.
  -Ya, como si fuera así de fácil – murmuró Luna.
  -Apartaos todos si no queréis acabar mal – amenazó Víctor con una voz fría y dura como el acero.
Cris se interpuso también entre nosotros y, hecha una furia, se dirigió a Víctor.
  -¿Por qué has hecho esto? ¿Yo no te importo? – chilló, a punto de echarse a llorar – Ya has visto que Luna no te quiere, ¿por qué tienes que pelear con Nathan?
  -Cristina, tú no lo entiendes, lárgate – amenazó Víctor, sin un ápice de arrepentimiento.
Claro, Cristina nunca entiende nada, es la típica tonta del bote, ¿no? – inquirió Cris a la vez que algunas lágrimas empezaban a rodar por sus mejillas – Pues ya estoy harta, ¿sabes? ¡Harta! – se acercó hasta Víctor sin miedo y le dio un tortazo con todas sus fuerzas.
Víctor fue a devolverle el golpe, pero Matt se interpuso entre ellos y fue el quien acabó con la mejilla roja.
  -Déjala en paz, cabrón. ¿No tienes suficiente con lo que la has hecho? – inquirió Matt furioso.
  -Matt, llévate a las chicas de aquí, - repetí – ya habéis hecho suficiente.
  -No yo no me voy de aquí – replicó Luna – Me quedo contigo.
En ese momento Cris, sollozando, salió corriendo de la biblioteca.
  -Matt, Paula, iros de aquí – dijo esta vez Luna.
Sin protestar, Matt cogió a Paula de la mano y se fueron detrás de Cris.
  -Por fin los tres solos, aunque si te fueras – dijo Víctor señalándome – tampoco estaría mal. Además, sabes que en una lucha cuerpo a cuerpo, te gano.
  -Eso ya lo veremos – repliqué muy seguro de mí mismo.
  -Nathan no, es muy peligroso, no estás preparado – me susurró Luna al oído.
  -Puedo hacerlo – susurré.
  -No, no puedes.
Sin hacer caso a Luna, di un paso adelante y me encaré con Víctor. Una sonrisa burlona asomaba de sus labios y un escalofrío recorrió mi espalda.
  -¿Qué pasa? ¿Sólo sabes pelear con chicas? – dijo Luna también sonriendo.
Eso pareció enfurecer bastante a Víctor, que se abalanzó sobre ella como si fuera un león. Luna le esquivó y le dio una patada en la tripa.
Víctor cayó al suelo y yo aproveché para situarme junto a Luna.
Cuando Víctor se levantó, ambos nos pusimos a la defensiva.
  -¿Y ahora qué? ¿También tenéis que luchar juntitos? Vamos, - se volvió hacia Luna – déjame que acabe con él y nos podremos ir donde queramos los dos juntos.
  -Yo no pienso irme contigo a ningún sitio, y no vas a acabar con Nathan; antes tendrás que acabar conmigo – Luna se interpuso entre los dos.
Víctor atacó primero. Luna paró su puño con rapidez e intentó devolverle el golpe, que Víctor también paró con facilidad.
Mientras ellos se pegaban yo no podía hacer nada, simplemente mirar.
De repente, Luna no vio uno de los golpes de Víctor y se llevó una patada en el estómago que hizo que se cayera al suelo.
Corrí hacia ella, pero Víctor se cruzó en mi camino y me soltó un puñetazo en la cara.
  -Ahora ya somos sólo dos – dijo sonriendo.
  -Vete a la mierda – contesté.
Antes de que pudiera devolverle el puñetazo, oímos una voz procedente de la puerta; la directora.
  -Redfield, Auguste y Black, vengan aquí ahora mismo.
Me quedé de piedra al oír el apellido de Víctor.
Pero no podía ser, era imposible.
Aunque, la verdad, guardaban bastante parecido; rubios, ojos verdes… No, no podía ser, porque eso significaría que…
  - Vamos, Nathan – Luna me sacó de mis pensamientos, cogió mi mano y nos dirigimos hacia la puerta.
  - ¿Estás bien? – murmuré.
Asintió sin decir nada.
Víctor y la directora nos esperaban en la puerta. La directora habló:
  - Os quiero en mi despacho en 15 minutos, a los seis. Les dejo ese margen para ir a la enfermería o a lavarse si es necesario – y se marchó con paso decidido.
  Víctor echó a correr echándonos una última mirada no demasiado amistosa de: “esto todavía no ha terminado”
  -  Luna, ¿conocías a la hermana de Víctor? – pregunté en cuanto este desapareció de nuestra vista.
  - Sí, ¿Por qué?
  - ¿Cómo era? Me refiero a su aspecto físico.
  Ella me miró extrañada.
  - Por favor – pedí – necesito saberlo.
  - Bueno, se parece muchísimo a su hermano – comenzó -. Rubia, pelo muy largo, ojos verdes, más o menos mi estatura… Pero, Nathan, hace mucho tiempo que no la veo, seguramente habrá cambiado.
  No podía ser, no, no, no.
  - ¿Pero porqué quieres saber eso? – preguntó.
  - Verás, ella… yo… -comencé a decir.
  - ¡Eh! ¡Chicos! – Paula nos llamaba con Cris desde el final del pasillo –. Pensamos que había pasado algo grave – agregó Paula acercándose -. ¡Nathan, la ceja!
  Me llevé la mano a la ceja y al bajarla comprobé que tenía sangre.
  - Víctor – murmuré.
  Paula me escuchó y se estremeció.
  - Tenemos que estar en el despacho de la directora en 15 minutos – se acordó Luna -. Los seis.
  Fuimos los tres hasta nuestras habitaciones. Yo entré en la mía y Paula y Luna en la suya.
  Allí me encontré a Matt con Cristina que no paraba de llorar, y Matt parecía a punto de acompañarla con lágrimas contenidas en sus ojos. Ambos estaban sentados en la cama de Matt, Cris estaba apoyada en su hombro.
  - Tranquila, ¿vale? Él no merece tus lágrimas, ¿me oyes?
  Estaba claro que yo sobraba ahí, así que retrocedí para marcharme y…
  - Nathan… - una voz llorosa me llamó -, no te vayas… ya me voy yo.
  - Cris, espera – dije cuando ella ya estaba en pie -, solo quiero hablar un minuto con Matt.
  Matt tiró de ella y volvió a sentarla en la cama.
  - Solo un segundo – se disculpó Matt levantándose y soltando su mano.
  Salimos un momento al exterior, sin cerrar la puerta del todo.
  - Lánzate – fue mi única palabra.
  - ¿Qué? ¿Ahora? ¿No la has visto? Eso sería aprovecharme, además, seguro que me dice que no.
  - Eso no lo sabrás si no lo intentas. Además veo que sufres por lo que le pasa a ella, eso no es aprovecharse – insistí.
  - Pero ella es Cris, mi amiga, amiga, no sé como decírselo – de repente la puerta se abrió de para en par y Cristina apareció bajo el marco de la puerta.
   - ¿Decirme qué? – preguntó secándose las lágrimas.
  Matt me miró con cara interrogante de: “¿qué hago ahora?. Mis labios formularon una palabra en silencio: “Lanzarte”.
  - Qué… me gustas – admitió Matt agachando la cabeza, admitiendo la derrota.
  - ¿Yo te gusto? – Matt asintió con la cabeza - ¿en serio?
  Cristina de repente pareció olvidar todas las lágrimas. Se acercó a Matt haciendo que este le mirara a los ojos, yo intenté disimular que estaba a lo mío.
  - ¿Sabes que llevo colada por ti desde que te vi por aquí? – Cris parecía flipada por la declaración de Matt - ¿Sabes que salí con Víctor, en parte para olvidarme de ti, en parte para intentar darte celos? – Matt actuó, la calló con un beso, al mismo tiempo que la puerta a mi espalda se abría y salían Luna y Paula, ambas quedándose atónitas ante la escena.
  - Genial, ahora yo soy la marginada del grupo – comentó Paula en cuanto Matt y Cris se separaron. Todos nos reímos, incluso Paula.
  - Deberíamos irnos – nos recordó Luna cuando paramos de reírnos -. Drina nos estará esperando.
  Me dio la mano y junto con los demás bajamos hacia el despacho.
  Y el día casi acababa de empezar, no sabía todo lo que me esperaba.