sábado, 10 de noviembre de 2012

Hola!

Sí, somos unas tardonas y nos queréis matar todos! jajaja
Hemos tenido unos pocos problemillas con el libro, porque queremos retocar una cuantas (muchas jejeje) cosas.
Así que dentro de poco volverenos a subir capítulos... 

Un besazo (:

PD: perdón !!

miércoles, 1 de febrero de 2012

CAPÍTULO 8

Lo siguiente que vi fue como la mano de Luna se estampaba en la mejilla derecha de Víctor antes de que sus labios llegaran a rozarse.
  -Hija de… - murmuró Víctor antes de llevarse las manos a la mejilla dolorida.
Víctor tenía cogida a Luna por los hombros contra una estantería, pero la ostia sirvió de distracción para que la soltara y Luna salió corriendo hacia la puerta.
Al levantar la mirada y verme allí, su rostro pasó del alivio a la preocupación en lo que tardó en llegar hasta mí.
  -.Venga, vámonos, rápido – me dijo con mirada suplicante.
  -No, pagará por lo que ha intentado hacerte. – dije apartándola hasta situarla detrás de mí.
  -¡Oh, qué bonito! El príncipe viene a por su princesita – dijo con una asquerosa sonrisa burlona.
  -Déjate de chorradas, imbécil.
  ¿Qué pasa? ¿Hoy no estamos de buen humor? -  dijo acercándose.
Escuché pasos detrás de mí.
  -¿Dónde os habíais metido? – preguntó Paula.
Me giré hacia Cris para observar su cara. Por lo visto, ya había deducido lo que había pasado.
Hubo un incómodo silencio tras la pregunta de Paula, hasta que me decidí a contestar.
  -Muy simple, Víctor ha intentado besar a Luna y ella le ha metido un tortazo, pero no va a ser la única – dije acercándome a Víctor.
  -Tranquilízate, que tampoco es para tanto - intervino Matt – Además, te recuerdo que esto es la biblioteca, donde supuestamente deberíamos estar e silencio.
  ¿Sabes quién es? – pregunté señalando a Víctor.
  -Nathan, no puedes decírselo – dijo Luna.
  -¿Qué más da? Ya lo sabe todo – dije mirándola antes de girarme hacia Matt – Es uno de los malos, Matt. De los que acaban con vidas inocentes. Es un…
  -Asesino de la Oscuridad. Eso es lo que soy – acabó Víctor la frase sonriendo justo antes de echar a correr  hacia mí e intentar pegarme un puñetazo que esquivé con facilidad.
  -Matt, llévate a las chicas de aquí, esto se va a poner feo – dije intentando devolverle el golpe a Víctor, que también lo esquivé con facilidad. Estábamos igualados en cuanto a reflejos. Hobo un momento en el que paramos y nos quedamos mirándonos fijamente.
  -No, yo no pienso dejarte solo – protestó Luna dando un paso adelante.
  -¿Alguien me puede explicar de que va todo esto? – preguntó Paula.
  -Venid, os lo explicaré todo – dijo Matt cogiendo a Paula y a Cris y llevándoselas de la biblioteca.
  -No, Matt, lo juraste, no puedes contárselo – cortó Luna con una Mirada penetrante.
Los segundos de miradas fijas terminaron con una patada de Víctor que yo paré con esfuerzo, tirándole al suelo. Intenté devolverle la patada, pero él me agarró de la pierna y me tiró al suelo, momento que aprovechó para darme un puñetazo en la cara que me dejó confuso durante unos instantes horrorosos en los que vi todo borroso. Cuando pude centrar la visión vi una figura interponiéndose entre Víctor y yo y unos brazos que me rodearon e intentaron incorporarme.
Giré la cabeza y vi a Luna que, con la ayuda de Paula, me intentaba levantar. Y hice un esfuerzo para facilitárselo.
  -Gracias – murmuré.
Una vez levantado vi que era Matt quien se había interpuesto entre Víctor y yo.
  -Matt, ¿se puede saber que haces? – pregunté
  -Intentar que no os matéis.
  -Ya, como si fuera así de fácil – murmuró Luna.
  -Apartaos todos si no queréis acabar mal – amenazó Víctor con una voz fría y dura como el acero.
Cris se interpuso también entre nosotros y, hecha una furia, se dirigió a Víctor.
  -¿Por qué has hecho esto? ¿Yo no te importo? – chilló, a punto de echarse a llorar – Ya has visto que Luna no te quiere, ¿por qué tienes que pelear con Nathan?
  -Cristina, tú no lo entiendes, lárgate – amenazó Víctor, sin un ápice de arrepentimiento.
Claro, Cristina nunca entiende nada, es la típica tonta del bote, ¿no? – inquirió Cris a la vez que algunas lágrimas empezaban a rodar por sus mejillas – Pues ya estoy harta, ¿sabes? ¡Harta! – se acercó hasta Víctor sin miedo y le dio un tortazo con todas sus fuerzas.
Víctor fue a devolverle el golpe, pero Matt se interpuso entre ellos y fue el quien acabó con la mejilla roja.
  -Déjala en paz, cabrón. ¿No tienes suficiente con lo que la has hecho? – inquirió Matt furioso.
  -Matt, llévate a las chicas de aquí, - repetí – ya habéis hecho suficiente.
  -No yo no me voy de aquí – replicó Luna – Me quedo contigo.
En ese momento Cris, sollozando, salió corriendo de la biblioteca.
  -Matt, Paula, iros de aquí – dijo esta vez Luna.
Sin protestar, Matt cogió a Paula de la mano y se fueron detrás de Cris.
  -Por fin los tres solos, aunque si te fueras – dijo Víctor señalándome – tampoco estaría mal. Además, sabes que en una lucha cuerpo a cuerpo, te gano.
  -Eso ya lo veremos – repliqué muy seguro de mí mismo.
  -Nathan no, es muy peligroso, no estás preparado – me susurró Luna al oído.
  -Puedo hacerlo – susurré.
  -No, no puedes.
Sin hacer caso a Luna, di un paso adelante y me encaré con Víctor. Una sonrisa burlona asomaba de sus labios y un escalofrío recorrió mi espalda.
  -¿Qué pasa? ¿Sólo sabes pelear con chicas? – dijo Luna también sonriendo.
Eso pareció enfurecer bastante a Víctor, que se abalanzó sobre ella como si fuera un león. Luna le esquivó y le dio una patada en la tripa.
Víctor cayó al suelo y yo aproveché para situarme junto a Luna.
Cuando Víctor se levantó, ambos nos pusimos a la defensiva.
  -¿Y ahora qué? ¿También tenéis que luchar juntitos? Vamos, - se volvió hacia Luna – déjame que acabe con él y nos podremos ir donde queramos los dos juntos.
  -Yo no pienso irme contigo a ningún sitio, y no vas a acabar con Nathan; antes tendrás que acabar conmigo – Luna se interpuso entre los dos.
Víctor atacó primero. Luna paró su puño con rapidez e intentó devolverle el golpe, que Víctor también paró con facilidad.
Mientras ellos se pegaban yo no podía hacer nada, simplemente mirar.
De repente, Luna no vio uno de los golpes de Víctor y se llevó una patada en el estómago que hizo que se cayera al suelo.
Corrí hacia ella, pero Víctor se cruzó en mi camino y me soltó un puñetazo en la cara.
  -Ahora ya somos sólo dos – dijo sonriendo.
  -Vete a la mierda – contesté.
Antes de que pudiera devolverle el puñetazo, oímos una voz procedente de la puerta; la directora.
  -Redfield, Auguste y Black, vengan aquí ahora mismo.
Me quedé de piedra al oír el apellido de Víctor.
Pero no podía ser, era imposible.
Aunque, la verdad, guardaban bastante parecido; rubios, ojos verdes… No, no podía ser, porque eso significaría que…
  - Vamos, Nathan – Luna me sacó de mis pensamientos, cogió mi mano y nos dirigimos hacia la puerta.
  - ¿Estás bien? – murmuré.
Asintió sin decir nada.
Víctor y la directora nos esperaban en la puerta. La directora habló:
  - Os quiero en mi despacho en 15 minutos, a los seis. Les dejo ese margen para ir a la enfermería o a lavarse si es necesario – y se marchó con paso decidido.
  Víctor echó a correr echándonos una última mirada no demasiado amistosa de: “esto todavía no ha terminado”
  -  Luna, ¿conocías a la hermana de Víctor? – pregunté en cuanto este desapareció de nuestra vista.
  - Sí, ¿Por qué?
  - ¿Cómo era? Me refiero a su aspecto físico.
  Ella me miró extrañada.
  - Por favor – pedí – necesito saberlo.
  - Bueno, se parece muchísimo a su hermano – comenzó -. Rubia, pelo muy largo, ojos verdes, más o menos mi estatura… Pero, Nathan, hace mucho tiempo que no la veo, seguramente habrá cambiado.
  No podía ser, no, no, no.
  - ¿Pero porqué quieres saber eso? – preguntó.
  - Verás, ella… yo… -comencé a decir.
  - ¡Eh! ¡Chicos! – Paula nos llamaba con Cris desde el final del pasillo –. Pensamos que había pasado algo grave – agregó Paula acercándose -. ¡Nathan, la ceja!
  Me llevé la mano a la ceja y al bajarla comprobé que tenía sangre.
  - Víctor – murmuré.
  Paula me escuchó y se estremeció.
  - Tenemos que estar en el despacho de la directora en 15 minutos – se acordó Luna -. Los seis.
  Fuimos los tres hasta nuestras habitaciones. Yo entré en la mía y Paula y Luna en la suya.
  Allí me encontré a Matt con Cristina que no paraba de llorar, y Matt parecía a punto de acompañarla con lágrimas contenidas en sus ojos. Ambos estaban sentados en la cama de Matt, Cris estaba apoyada en su hombro.
  - Tranquila, ¿vale? Él no merece tus lágrimas, ¿me oyes?
  Estaba claro que yo sobraba ahí, así que retrocedí para marcharme y…
  - Nathan… - una voz llorosa me llamó -, no te vayas… ya me voy yo.
  - Cris, espera – dije cuando ella ya estaba en pie -, solo quiero hablar un minuto con Matt.
  Matt tiró de ella y volvió a sentarla en la cama.
  - Solo un segundo – se disculpó Matt levantándose y soltando su mano.
  Salimos un momento al exterior, sin cerrar la puerta del todo.
  - Lánzate – fue mi única palabra.
  - ¿Qué? ¿Ahora? ¿No la has visto? Eso sería aprovecharme, además, seguro que me dice que no.
  - Eso no lo sabrás si no lo intentas. Además veo que sufres por lo que le pasa a ella, eso no es aprovecharse – insistí.
  - Pero ella es Cris, mi amiga, amiga, no sé como decírselo – de repente la puerta se abrió de para en par y Cristina apareció bajo el marco de la puerta.
   - ¿Decirme qué? – preguntó secándose las lágrimas.
  Matt me miró con cara interrogante de: “¿qué hago ahora?. Mis labios formularon una palabra en silencio: “Lanzarte”.
  - Qué… me gustas – admitió Matt agachando la cabeza, admitiendo la derrota.
  - ¿Yo te gusto? – Matt asintió con la cabeza - ¿en serio?
  Cristina de repente pareció olvidar todas las lágrimas. Se acercó a Matt haciendo que este le mirara a los ojos, yo intenté disimular que estaba a lo mío.
  - ¿Sabes que llevo colada por ti desde que te vi por aquí? – Cris parecía flipada por la declaración de Matt - ¿Sabes que salí con Víctor, en parte para olvidarme de ti, en parte para intentar darte celos? – Matt actuó, la calló con un beso, al mismo tiempo que la puerta a mi espalda se abría y salían Luna y Paula, ambas quedándose atónitas ante la escena.
  - Genial, ahora yo soy la marginada del grupo – comentó Paula en cuanto Matt y Cris se separaron. Todos nos reímos, incluso Paula.
  - Deberíamos irnos – nos recordó Luna cuando paramos de reírnos -. Drina nos estará esperando.
  Me dio la mano y junto con los demás bajamos hacia el despacho.
  Y el día casi acababa de empezar, no sabía todo lo que me esperaba.




















martes, 17 de enero de 2012

CAPITULO 7

En la comida nadie habló demasiado, Cris y Víctor no habían aparecido en el comedor. Se notaba la tensión en el ambiente,  nadie estaba bien.
 Paula no reconocía a su mejor amiga, y para colmo yo me iba al fin de semana sin saber si les volvería a ver.
 Matt estaba con el corazón roto en cuanto a Cris, y que yo me fuera tampoco era fácil para él.
 Luna estaba arriesgando mucho por mí, tal vez demasiado, si nos descubrían perdería su papel como Buscadora, la desterrarían. Conmigo seguramente hicieran lo mismo  pero a mí me daba igual, yo todavía no pertenecía a ese mundo por lo que  no podría añorarlo.
Y además al estar junto a mí, Luna corría más peligro porque todos los Asesinos irían a por mí y harían todo lo posible para conseguirlo, y eso incluía matar a Luna si se oponía o intentaba salvarme.

Cuando acabamos de comer Matt y Paula fueron en busca de Cristina para hablar con ella mientras que Luna y yo salíamos al exterior.
Llevé a Luna de la mano hasta mi claro favorito y nos sentamos uno en frente del otro. En ese momento me acordé de que por la mañana, cuando la había visto en ropa interior, observé que tenía un tatuaje y una cicatriz.
- Esto… esta mañana… cuando te he visto… - me ruboricé un poco - bueno, pues vi que tenías una cicatriz muy larga en la espalda.
- Sí ¿Qué quieres saber? - preguntó.
- ¿Cómo te hiciste la cicatriz?
- Fue en un combate hace año, Víctor apareció en a ciudad en la que me encontraba. Sólo quería venganza, así que me atacó sin que me lo esperara, y bueno, ese fue el resultado.
- ¿Venganza? – pregunté asombrado.
- La cicatriz de su cuello, ¿recuerdas?
- ¿Tú le hiciste eso?
Luna asintió sin decir palabra, tenía la mirada perdida en el arbusto de enfrente, estaba recordando lo sucedido, supuse.
  -Fue hace un año y pico, los tres nos encontramos en Londres, era la primera vez que coincidíamos en años, ellos habían cambiado, ya no eran los niños que conocí antes de la muerte de sus padres, desaparecieron cuando murieron, nadie sabía dónde.
  -¿Los tres? ¿Quién había aparte de Víctor y tú?
  - La hermana de Víctor, fue ella quién le ayudó cuando le dejé inconsciente, a un paso de la muerte, fue ella quien me rogó que le dejara vivir, por eso no acabé con él, por ella, por nuestra vieja amistad. Ahora me arrepiento, debía haber acabado con los dos allí mismo. Seguro que ella anda cerca, admirando a su hermano, ayudándolo a acabar con nosotros.
  - ¿Si antes eráis amigas… eso quiere decir que no eran Asesinos?
  - No, eran como tú, Protectores Blancos, y sus padres también, pero echaron la culpa de su muerte a los Protectores y decidieron acabar con todos y pasarse al lado Oscuro, por lo menos es o que me dijo Víctor en ese encuentro que tuvimos.
  - ¿Y cómo conseguiste acabar casi con él y hacerle la cicatriz? ¿Tenéis armas especiales o…? – pregunté pensando en espadas laser o algo así.
  - Espadas, normales y corrientes – contestó con una sonrisa, por lo menos no andaba tan desencaminado – Cada buscador tiene una, y a cada Protector se le asigna una dependiendo de las habilidades. Aprendemos a usarlas desde pequeños. Pero supongo que en tu caso y el de los demás Protectores perdidos…
  - La verdad es que con diez años fui el año entero a clases de esgrima, pero mis padres no lo veían mucha utilidad, así que no me volvieron a apuntar. Pero a mí siempre me ha gustado.
  - Bueno, por lo menos tienes una base. Voy a enseñarte a manejar la espada.
  - ¿Y porqué usáis espadas? ¿No es más fácil pistolas o… algún arma  más moderna?
  - Claro que es más fácil. Pero no sería honrado, y menos en una lucha que lleva librándose desde el principio de los tiempos.
  - Ah… - ¿y los asesinos lo respetaban? Sí que debía ser importante… ¿Cómo habíamos acabado hablando de las armas? Por la cicatriz. Y el tatuaje. -¿Y el tatuaje… tiene algo que ver?
  - Sí, es el símbolo de los Protectores – dijo levantándose la camiseta para enseñármelo – es una estrella de seis puntas con una espiral dentro, recuerda a un escudo. Todos los Buscadores llevamos tatuado uno desde los doce años, para que se sepa de qué lado estamos. Tócala – dijo tomando mi mano y guiándola hasta su cadera, cuando rocé su piel pegó un pequeño saltito, como si le fuera ha hacer cosquillas. El tatuaje estaba rugoso, como si sobresaliera de su piel. Aparté la mano despacio, dejándola más de lo requerido y ella se bajó la camiseta.
  - Si los protectores tenemos la marca de nacimiento y vosotros el tatuaje… ¿qué tienen los Asesinos?

  - También se tatúan, su símbolo es un arco y una flecha, y si eran Protectores que se han pasado al otro lado se les borra la marca, quedan desterrados. Pero eso ahora no importa, tengo que enseñarte a pelear.
  - ¿Me vas a enseñar ahora con… espadas? – ¿de dónde las pensaba sacar?
  - Sí, cuanto antes mejor, pero con unas espadas… improvisadas.
  - De acuerdo, pues empecemos ya – cuanto antes aprendiera a defenderme, mejor.
 Me puse en pie tendiéndole una mano que rechazó con una sonrisa traviesa mientras se levantaba de un salto.
Se recogió el pelo en un moño y algunos mechones cayeron alrededor de su rostro, haciéndola más guapa aún. Se dio la vuelta y se agachó a unos pasos a recoger dos ramas tiradas en el suelo. Me pasó una.
  - ¿Sabes ponerte en guardia? – preguntó acercándose.
  - Creo que sí, ¿era así? – dije poniéndome en la postura que recordaba de las clases de esgrima .
  - Bueno… más o menos - dijo -. Tienes que subir más este brazo y las piernas están mejor en esta posición – explicó situándose a mi lado con la posición correcta.

Pasamos toda la tarde practicando posiciones y golpes utilizando la rama como espada. No lo hacía demasiado mal, pero Luna me daba mil vueltas, en la escuela había aprendido cosas muy básicas así que ganamos tiempo intentando enseñarme ataques más difíciles.
 Cuando comenzamos a poner en práctica todo lo que había aprendido sin moverme del sitio en un combate eran las siete de la tarde.
Ambos empezamos en guardia. Yo ataqué primero, pero Luna estaba preparada y se defendió sin mucho esfuerzo. Ella contraatacó pero conseguí esquivarla, no era demasiado bueno, pero sí rápido.
Estuvimos largo tiempo así, golpeando, esquivando, golpeando, defendiendo; como un baile, ambos intuíamos el paso del otro, ella sabía más, pero yo era más rápido, nos neutralizábamos el uno al otro constantemente.
 Empezamos a cansarnos, ella atacó con mucha fuerza, inesperada por mi parte, pero me dio tiempo a defenderme, nuestras “espadas” quedaron cruzadas la una con la otra diagonalmente. Acabamos pegados el uno  al otro con las ramas como única separación. Luna acercó su rostro a mí y nos besamos. Fue un beso suave y corto, ya que ambos estábamos jadeantes de la lucha. Al separarnos noté una presión en el pecho y Luna me empujó hacia atrás.
Caí encima de la hierba, de espaldas, Luna me había puesto la zancadilla por detrás mientras nos besábamos.
  - Pero… - me quejé confuso desde el suelo.
  - Nunca dejes que tu oponente te distraiga, nunca – dijo apuntando con su rama a mi corazón durante unos instantes. Apartó la “espada” y me tendió la mano -. Vs bastante bien con la espada, es hora de que aprendas a utilizar tus habilidades.
  - ¿Y cómo lo hago? – pregunté, la verdad es que no tenía ni idea.
  - Piensa en la habilidad que quieres utilizar… por ejemplo la invisibilidad. Piensa: soy invisible, haz que el pensamiento de ser invisible te invada.
  Cerré los ojos con fuerza y pensé “ser invisible, deseo ser invisible” mientras  intentaba recrear la sensación de la última vez.
 Me pareció que algo había cambiado, que un picor había recorrido mi cuerpo en unos instantes hasta quedar reducido a mi marca de nacimiento. Cuando sentí todo eso abrí los ojos, todo a mi alrededor parecía igual que antes, seguramente no lo había conseguido. Bajé la cabeza para observar mi cuerpo, pero… no tenía cuerpo, lo sentía sí. Pero no lo veía.
  - Luna… ¿Tú me ves? – ella estaba en frente con una expresión de sorpresa en la cara.
  - No, de repente has desaparecido como si nada, ¡funciona! – gritó.
  - Pero… hay un pequeño problema, bueno… dos – observé -, primer. No me veo a mí mismo, no me veo los pies, ¿tiene que ser así?
  - Bueno… supongo que no, habrás hecho algo mal.
  - ¿Algo como qué? – tenía que encontrar la solución, si intentaba subir unas escaleras sin verme los pies lo llevaba claro…
  - Cuando has pensado en ser invisible seguro que te has creado una imagen en tu ente en la que eras transparente, ¿verdad?
  - Exacto, algo así me has dicho que hiciera.
  - Pues no era eso exactamente lo que tienes que hacer. Visualízate en una imagen en la que los demás no te vean pero tú a ti mismo sí.
  - Vale, lo pruebo en cuanto me soluciones el segundo problema, ¿Cómo consigo volver a ser normal?
  - Eso es más fácil, simplemente piensa en ser normal, en que todos te pueden ver.
  Cerré los ojos una vez más, intentando concentrarme para volver a ser normal, me visualicé con gente a i alrededor que me miraba y me veía. Oí unos pasos, alguien se acercaba.
Momentos Después abrí los ojos para comprobar quien se había acercado, o si era simplemente Luna.
Matt estaba frente a mí, boquiabierto. Pero no podía verme ¿verdad?
  - ¿Nathan? – Preguntó -. ¿Cómo has hecho eso?
  - ¿Puedes verme? – inquirí, me volví hacia Luna - ¿No se supone que él no debería verme?
  - Es que ahora mismo todo el mundo puede verte – contestó.
  - Ah – de repente me miré, yo mismo me veía, todos podían verme -. Yo pensaba que todavía era invisible.
  - ¿Se puede saber de que narices estáis hablando? – exigió Matt. Ambos nos volvimos hacia él -. ¿Y tú porqué has… aparecido de repente? ¿De verdad eras invisible?
  - Verás, es que yo… es una historia muy larga de contar – contesté.
  - Pues estoy dispuesto ha oírla: de principio a fin.
  No hubo manera de disuadir a Matt, tuvimos que contarle lo básico, lo que Luna y yo éramos, pero lo que Víctor era no se lo contamos, por si acaso. Nos juró que no se lo diría a nadie y cuando acabó de interrogarnos fuimos a buscar al resto par ir a cenar.

  En la cena nadie habló demasiado, las típicas quejas hacia los profesores y poco más. Matt asimilando que yo era un “superhéroe”: palabras textuales suyas. Víctor y Cristina habían cedido a cenar con nosotros gracias a Paula, estaban como en su nube de amor, aunque suponía que Víctor solo fingía. Paula… estaba como en otra parte. Y Luna y yo también en nuestra burbuja.

Después de cenar todos nos fuimos a la cama, aunque no sé si alguien consiguió dormir algo. Yo no y Matt seguro que tampoco, no dejó de dar vueltas en la cama durante toda la noche, intentando encontrar la posición adecuada para dejar de pensar y dormir; yo en cambio estuve quieto, demasiado ocupado pensando como para probar posiciones para dormir. De pronto sonó aquella melodía que dentro de poco no volvería a escuchar.

Ya era Viernes, ese día sería el último de clase allí. Después de vestirnos fuimos a desayunar. El desayuno no fue tan diferente a la cena anterior.
  Acompañé a Luna a su clase antes de ir yo a la mía. A cada hora.
  - No hace falta que vengas a escoltarme - se quejó Luna, que le gustaba ser independiente, en el intercambio de penúltima hora -. Además a última hora vamos a la misma clase, todos.
  - Ya sabes que no me importa – dije.
  - Pero solo hay unos 10 metros de mi clase la otra. En serio no me va a pasar nada.
  - Ya, pero nunca… - mi frase quedó a medias cuando Luna dio por terminada la conversación con un suave beso en los labios.
  Después dio la vuelta y con una sonrisa se despidió entrando en su clase.

 Esa penúltima hora pasó muy lenta. Mi mente voló a todos lados y a ninguno a la vez. Era mi penúltima clase, mi penúltimo día aquí, en el reformatorio, con mis amigos.
  En el intercambio fui directo a la clase en la que nos tocaba a todos lengua, además, la clase de Luna todavía no había acabado.
  Todos los alumnos que faltaban fueron llegando, entre ellos Cris, sola, Paula y Matt. Nos sentamos atrás del todo, como hacíamos desde que nos conocimos.
  La directora Drina, nuestra profesora de lengua, llegó y ya solo faltaban dos personas: Víctor y Luna.
  Luna se debía de haber retrasado, estaría en el baño. Y Víctor bueno… no lo sabía.
  - Cris – la llamé en susurros desde dos pupitres más a la derecha. Ella me escuchó y se giró hacia mí - ¿Sabes dónde está Víctor?
  Ella negó con la cabeza.
  - Dijo que me adelantara, que ahora vendría – contestó dándose la vuelta para volver a hablar con Sandra, otra chica de la clase.
  Un mal presentimiento llegó en forma de escalofrío, ¿y si no era casualidad?
  En ese momento la directora Drina preguntó:
  - ¿Alguien sabe dónde pueden estar los dos alumnos que faltan?
  - Yo puedo ir a buscarlos – me ofrecí, necesitaba saber si Luna estaba bien.
  - No, no hace falta. No va a perder clase usted también.
¿Qué no hacía falta? Y una mierda. A saber lo que Víctor podía estar haciéndole a Luna. Sin permiso de la profesora me levanté y me dirigí corriendo hacia la puerta.
  - ¡Señor Redfield! ¿A dónde cree qué va? ¡Vuelva aquí inmediatamente!
  Hice caso omiso de la directora y salí al pasillo, había casos en los que era mejor pedir perdón que pedir permiso.
  Podían estar en cualquier parte del edificio, incluso en el exterior. De repente una corazonada me llevó a un solo lugar, la biblioteca, que estaba a tres pasillos del mío.
  No había porqué, pero estaba segura de que estarían ahí.
 Salí corriendo muy rápido, más de lo normal, necesitaba llegar allí con urgencia, si Luna no estaba a salvo...
  Llegué a la puerta de la biblioteca y me frené, oí unas voces.
  - Solo un besito… ya verás que doy mil vueltas al Nathan ese – esa voz era inconfundible.
  Entré, algo iba mal ahí dentro. Sorteé varias estanterías hasta llegar a la zona de las mesas. Ahí estaban, Víctor sentado encima de una mesa, rodeando con las piernas a Luna, a la que también tenía cogida por los brazos. Víctor acercando su rostro al de Luna.

 
MUCHAS DISCULPAS POR LO QUE HEMOS TARDADO EN SUBIR EL CAPÍTULO, NO VOLVERÁ A PASAR, PENSAMOS ACABAR LA HISTORIA. MUCHAS GRACIAS POR VUESTRO TIEMPO Y ESPERAMOS QUE OS HAYA GUSTADO EL CAPÍTULO.

jueves, 13 de octubre de 2011

CAPITULO 6

  - ¿Por… por qué no me lo dijiste? - pregunté.
 Luna se limitó a mirarme fijamente.
  -Yo… podría haber…
  - Ni, no puedes hacer nada, tú no, y hasta que no salgamos de aquí yo tampoco - dijo sin apartar la mirada.
  - ¿Pero él…? ¿Él sabe que tu eres una Buscadora y que yo soy un… - se me hizo un nudo en la garganta, no estaba acostumbrado a llamarme así - ya sabes, un…?
  - Protector, un Protector Blanco, no debes tener miedo a decirlo, es tu naturaleza, no puedes cambiarlo, quieras o no.
  - Yo no tengo miedo - me defendí.
  - Todos tenemos miedo, miedo de lo nuevo, lo desconocido… es parte de nosotros. Y sí, Víctor está aquí porque sabe lo que somos y sí, todo esto lo sé gracias a la conversación que tuve con él - explicó.
  - ¿Y qué quería decir? Me refiero a eso de que no deberías dejarte llevar por tus sentimientos - dije recordando las palabras de Víctor, y en ese momento las entendí, pero aún así necesitaba que me lo dijera ella.
 Tardó bastante en responder.
  - Verás Nathan, - suspiró - como te dije ayer, te quiero, me gustaría empezar una relación con tigo, pero… no puedo, lo nuestro nunca funcionaría.
  - ¿Por qué dices..?
  - Espera, déjame acabar - me cortó Luna -. No funcionaría, porque antes o después acabarían descubriéndolo.
  - ¿Quiénes? ¿Las Autoridades Superiores? - Luna asintió - ¿Y qué si lo descubren?
  - Hay una serie de normas que los Protectores y los Buscadores deben cumplir y…
  - Déjame adivinar - dije - una de ellas es no enamorarse bajo ningún concepto.
  - Más o menos - fijo soltando una risita nerviosa -. No se pueden mantener relaciones de ningún tipo excepto laborales, no se pueden tener preferencias, etc… Si estuviéramos en peligro de muerte un Protector Blanco y yo ¿A quién salvarías?
  - Pues lo sentiría mucho por el otro Protector, pero tengo claro que te salvaría a ti.
  - ¿No lo ves? No podemos estar juntos, en ese caso deberías decidirte sin pensarlo por tu compañero, no por mí, una simple Buscadora.
  - Pero… ¿y si nunca llega esa elección? ¿Y si no se enteran? - pregunté cogiéndola la mano, infundándole esperanza para que cambiara de opinión, ella apartó la mirada.
  - Nathan, en serio, lo siento mucho, pero como te he dicho si ellos se enteran podrías acabar muy mal, te quitarían las habilidades, te desterrarían de tu mundo por incumplir las normas y…
  - Me da igual eso. Prefiero perder mis poderes y  vivir en mundo normal junto a ti que en uno fantástico sin ti.
  Me miró fijamente a los ojos y vi que los suyos estaban llenos de lágrimas.
- Oh, Nathan, te quiero. No puedo ignorar mis sentimientos, llevo toda
 mi vida reprimiéndolos, me han obligado a vivir una vida impuesta por ellos no mi propia vida, me gustaría coger el timón de mi vida, hacer con ella lo que me apetezca - dijo - ¿En serio estarías dispuesto a perder tus habilidades y a dejar de lado tu naturaleza, por mí?
  - En realidad - suspiré antes de decir: - estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por ti.
  De repente se abalanzó sobre mí y me rodeó el cuello con sus brazos. Apoyó su cabeza sobre mi hombro y comenzó a sollozar.
- Gracias - susurró.
Antes de que pudiera responder, escuché unos pasos provenientes de detrás de la puerta de la habitación. La puerta se abrió y una figura alta vestida de negro se coló en el cuarto.
  - ¡Qué conmovedor! - era la voz de Víctor -. Si queréis me voy y os vuelvo a dejar solitos - dijo antes de soltar una carcajada que me puso los pelos de punta.
  - Vete a la mierda hijo de puta - solté de repente.
 Víctor hizo caso omiso  de mi intervención y dio un paso en dirección a Luna, que estaba en mis brazos exhausta y confundida.
  - ¿Qué pasa no puedes controlar tus sentimientos, pequeña Buscadora? - preguntó dirigiéndose a Luna, con una sonrisa burlona dibujada en el rostro.
 Lentamente se fue acercando hacia nosotros ala vez que e iba incorporando a Luna hasta dejarla a mi espalda  protegida por mí. Si Víctor quería llegar a ella tendría que pasar primero por encima de mi cadáver.
  - No te acerques a ella, Asesino.
  - Sí, -diijo- eso es exactamente lo que soy, un Asesino.
Me tendió la mano.
  - Encantado de conocerte, Protector - dijo con una mirada gélida.
  - ¿Por qué no nos dejas en paz y te largas? - pregunté con toda la mala leche contenida en esas palabras.
  - Sí, la verdad, ha estado pensando en… ¿cómo se llama? Ah, sí, tu amiguita Cristina, es bastante mona…
  - No te atrevas a tocarla un pelo o…
  - ¿O qué? ¿Me matarás? Dudo mucho que lo consigas, ni tu Lunita lo consiguió y eso que estaba preparada para ello.
Dio media vuelta y se largó pegando un portazo, con una última  mirada amenazadora.
 Me giré y comprobé que Luna lloraba incluso más que antes. Estaba sentada entre mí y su cama, con la cabeza entre las piernas.
  - Eh, vamos, ya está - dije cogiéndole la cabeza con suavidad entre mis manos y limpiándole  las lágrimas que no paraban de caer. Cruzó su mirada con migo, estaba preocupada y feliz - venga ponte más cómoda - dije cogiéndola en mis brazos y depositándola suavemente sobra su cama, estaba totalmente agarrotada así que tuve que ayudarla a tranquilizarse susurrándole cosas al oído.
 Me acomodé torpemente a su lado hasta acabar tumbados unos junto al otro. Ella me abrazó y puso su cabeza sobre mi pecho.
  - Tranquila, todo a pasado, ya ha terminado - la susurré mientras le besaba la frente. En ese momento supe que no era cierto, que todo acababa de empezar, pero no me desmoroné, no con Luna así a mi lado, si ella estaba mal yo estaría bien por los dos.
 Pudimos pasarnos así horas hasta que consiguió serenarse, abrazados el uno al otro, yo susurrándole cosas sin demasiado sentido pero con toda la ternura del mundo y ella abrazada a mí y sin parar de llorar.
  - Gra… gracias por todo, no… no sé que haría sin ti - dijo una vez se tranquilizó, irguiéndose ligeramente hasta acabar su cabeza sobre la mía, sus cabellos rojizos, oscuros por la oscuridad que nos rodeaba, cayeron sobre mi rostro haciéndome cosquillas. Luna se inclinó hasta que nuestros labios se encontraron en un beso húmedo, ya que sus lágrimas seguían rodando por su cara e iban a parar a las comisuras de sus labios.
  Ella enredó su mano en mis cabellos y yo la apreté contra mí hasta que nos quedamos sin aire y ella se volvió a colocar sobre mi pecho, igual de abrazada a mí como antes, solo que ya no estaba tensa. Supe que necesitábamos descansar, había sido un día muy largo y con muchas emociones.
  - Buenas noches - susurré mientras le apartaba un mechón se pelo que tenía en la cara.
  - Hasta mañana, Nathan - murmuró ella ya en sueños y con una preciosa sonrisa dibujada en su rostro.


 Otra vez la misma canción de rodas las mañanas, ya estaba hasta las narices.
 Abrí los ojos y lo primero que vi fue a Luna, aún dormida abrazada a mí. De repente todos los sucesos del día anterior vinieron a mi mente: el beso de Luna, lo que dijo Víctor sobre que estaba aquí por un asesinato, sus amenazas, y la noche en vela ayudando a Luna a tranquilizarse.
  Me levanté con cuidado intentando no despertarla y fui a los baños. Me lavé la cara y me miré al espejo.
 Parecía que llevaba una semana sin peinarme y tenía unas ojeras que parecía que no se me iban a quitar no con las cremas esas que anunciaban por la tele.
 Volví a la habitación a ver si Luna se había despertado ya y me la encontré de espaldas a mí en ropa interior, conjunto negro de Hello Kity, y estaba buscando el uniforme en el armario.
 Me di cuenta de que una cicatriz recorría parte de su espalda. Era alargada, como si una espada le hubiese cortado. Y además también descubrí un tatuaje en la cadera, era como una especie de estrella con seis puntas.
  - ¿Cómo te la hiciste? - le pregunté sin fijarme en que no se había dado cuenta de que yo estaba aquí.
  - ¿Qué? - dio media vuelta de un salto tapándose con la camisa del uniforme que tenía en la mano - ¿Cuánto tiempo llevas ahí? - preguntó ruborizándose.
  -Mmm… unos veinte segundos - contesté -. Lo siento, debería haber llamado a la puerta…
  - Sí. Bueno, deberías… - dijo.
  - Si quieres me voy… no pretendía molestar…
  - No, no. No importa, no molestas - dijo poniéndose la camisa del uniforme.
 Y antes de que pudiera reaccionar se acercó y juntó sus labios con los míos.
  - Buenos días - me dijo dedicándome una sonrisa llena de felicidad.
  - Te quiero - le dije con toda sinceridad, antes de volverla a besar.
  - Toc, toc ¿se puede? - preguntó Paula con una risita a nuestras espaldas.
  - Sí, sí, claro - dije poniéndome rojo como un tomate - si yo ya me iba… ¿Por cierto, dónde habéis dormido Cris y tú?
  - Yo en tu cama… es que cómo mi habitación estaba ocupada… y estabais tan dormidos…
  - Vale ¿con Matt? ¿y Cris?
  - Bueno, Matt durmió en su cama y mmm… Cris y Víctor se fueron a dar un paseo solos.
  - Ah, vale, yo me voy a cambiar.
 Besé a Luna en al mejilla y me despedí de Paula.
 Estaba preocupado por Cris, ¿y si Víctor le había hecho algo?
 Y además ¿Matt y Paula? Bueno no me los imaginaba juntos, pero…
 Corrí a la habitación de Víctor y entre sin llamar.
Estaba solo en la habitación, con la camiseta quitada. Ya tenía una razón por la que a Cris le podía gustar.
  - ¿Dónde está? - pregunté furioso - ¿Qué la has hecho?
  - Bueno, ya que creo que estas hablando de tu amiguita Cris - contestó con esa maldita mirada desafiante a la vez que burlona -, te diré que como ayer nos dejaron solos, pues…
  - Hola Nathan - Cris apareció por la puerta.
  - Eh… hola - dije algo confuso - Esto… venía para decirte que Luna me ha pedido que te busque para que la ayudes a alisarse el pelo - me lo inventé todo sobre la marcha, pero con tal de que no estuviera más tiempo junto a Víctor… además, seguro que Luna lo entendería.
  - ¿Luna? ¿Alisarse el pelo? Bueno… supongo que la tendré que ayudar, para eso están las amigas ¿no? - se volvió hacia Víctor -. Espérame para bajar a desayunar.
  Se acercó a Víctor y se besaron con mucha intensidad, reprimí una arcada, Cris con Víctor, una de mis mejores amigas con mi peor enemigo… puaj, eso tenía que acabar, y pronto.
 Víctor la estrechó contra sí en ademán posesivo, como para intentar dejarme claro que iba a ser imposible que Cris cambiara de bando. Yo esperé paciente y salí detrás de Cristina hacia su habitación.
  Entré un momento para avisar a Luna de que le siguiera el juego.
  - Bueno, aquí te traigo a Cris para que te ayude a alisarte el pelo - dije a Luna que me miró con cara confusa primero y después asintió. Bien, me había entendido.
  - Gracias por ir a buscarla.

 Fui directo a mi habitación a vestirme y allí me encontré con Matt que ya estaba vestido, pero muy pensativo.
- ¿Podemos hablar? - preguntó nada más verme entrar.
- Claro, ¿qué pasa?
- Yo…, verás, es que hace tiempo que.., bueno, me estoy… - parecía bastante nervioso
      - Vamos, suéltalo ya - dije intentándole darle ánimos.
      - Estoy… enamorado de Cris - soltó al fin.
      - ¿Cris? ¿De Cris? - no me lo podía creer - ¿Y qué hay de Paula? ¿Ayer por la noche…?
      - ¿Qué? No, ayer no pasó nada con Paula, simplemente durmió en tu cama por que tú estabas con Luna en su habitación. Es una buena amiga, pero nada más.
      - Lo siento, yo pensaba que tú… - me disculpé - ¿Cris? ¿Por qué no me lo contaste?
      - Bueno… todo pasó a raíz de Luna y tú. Te veía esa sonrisa cada vez que hablabas de ella… eras tan feliz cuando pensabas que ibais a estar juntos que yo me replantee muchas cosas, cómo por ejemplo si alguien me gustaba y… bueno, me di cuenta de que quería mucho a Cris, pero como a algo más que a una amiga, comprendí que si la perdía lo pasaría fatal, tendría un vacío gigante y llegué a la conclusión de que me gusta, de que daría cualquier cosa por hacerla feliz.
  - ¿Pero por qué no me lo has contado antes?
  - Tenías cosas de la que preocuparte, como Luna.
  - Vamos, tío, eres mi mejor amigo y nada ni nadie podrá cambiarlo, ni siquiera Luna, puedes confiar en mí para lo que quieras.
  - Gracias - dijo levantándose de la cama.
  - Para eso están los amigos.
 Nos dimos un abrazo, uno de esos que lo dicen todo son necesidad de decir nada, uno de los que sólo se dan los amigos de verdad.
 Y eso me hizo entristecer al comprender que sería uno de los últimos momentos que pasaría junto a él.

 Después de vestirnos todos bajamos al comedor excepto Cristina y Víctor, que después de que ayudara a Luna  a alisarse el pelo, desaparecieron.
 A mitad del desayuno aparecieron por la puerta del comedor cogidos de la mano.
 Sin ni siquiera mirarnos se sentaron en una mesa e la otra punta del comedor.
  - ¿Qué les pasa a esos dos? - preguntó Paula.
  - No lo sé - respondió Matt -. Pero voy a averiguarlo - se levantó para dirigirse hacia la otra punta del comedor en busca de explicaciones.
  - ¿Quieres que te acompañe? - le pregunté, no sabía que podría hacer Víctor, aunque por otro lado  no me quería separar de Luna que estaba a mi lado con la cabeza apoyada en mi hombro y su pelo pelirrojo, ahora liso, me hacía cosquillas en el cuello.
  - No, ya soy mayorcito - dijo muy seguro de sí mismo.
 Anduvo recto por el pasillo, derecho a la última mesa, donde se veía desde nuestra posición a Víctor y Cris de espaldas a nosotros.
 Cuando llegó se sentó en frente de los dos y cómo estaba de cara a mi lado de la mesa le pude leer los labios
  - ¿Qué hacéis aquí? ¿Por qué no os sentáis con nosotros? - preguntó Matt, supongo que furioso a la vez que confuso. No supe la respuesta que le dieron, pero si supe que había hablado Cristina, porque Matt, la miraba a ella - ¿Qué? ¿Qué quieres que hoy sea el día de las parejas? Pero… ¿qué parejas? Si los únicos que… - leí en sus labios antes de que Cris le cortara, aunque en seguida volvió a hablar - Nathan y Luna sí, pero Paula y yo… ¿de dónde has sacado eso? Buff, da igual, si no queréis venir, no vengáis - se levantó de  la mesa y vino hacia la nuestra.

  - No hay manera, dice que hoy debería ser “el día de las parejas”, una chorrada que se ha inventado para estar a solas con Víctor, además, él ni ha abierto la boca, llevaba esa sonrisa burlona pintada en su maldita cara. Cuanto desearía borrársela.
  - Pues no eres el único… - murmuré lo suficientemente bajo para que solo me escuchara Luna.

Cuando acabamos de desayunar fuimos a clase, acompañé a Luna a su clase de Matemáticas y la dije que se mantuviera siempre donde hubiera gente, nunca sola, por si acaso a Víctor se le ocurría hacerle algo. A cada intermedio entre clase y clase iba a buscarla para acompañarla a la siguiente.
 Estuve toda la mañana absorto en mis pensamientos: Víctor, mi cumpleaños, la huida que debía emprender junto con Luna, las habilidades que tendría que aprender a controlar… iban a ocurrir demasiadas cosas en muy poco tiempo, ¿estaría preparado? Lo tendría que descubrir por mi propia cuenta.

domingo, 2 de octubre de 2011

CAPITULO 5


 ¿Qué? ¡Esto era increíble! ¡Era un Protector Blanco! Había estado tan ¨tranquilo¨ en el reformatorio hasta que, de repente, llega una chica y me empiezan a pasar cosas extrañas. Corría mas deprisa que los demás, me hacía invisible, no me hacía daño con facilidad…
 Y además había una panda de malos llamados Asesinos de la Oscuridad y otra de buenos llamados Protectores Blancos.
 Los Asesinos querían, como su nombre indica, matar a los Protectores y yo era uno de los Protectores.
 Y esa era la parte de la historia en la que supuestamente, yo debería tomar a Luna por loca, pero no era así, porque, para poner la guinda, estaba locamente enamorado de ella.
 ¡Tierra trágame!

 Un balonazo en la cabeza me sacó de mi ensoñación.
  -Lo siento - gritó Víctor mientras se acercaba corriendo hacia mí.
  -No pasa nada, da igual - respondí en voz baja - estoy bien.

 Me sentí un poco mareado por el golpe, por lo que me senté.
 Víctor se sentó a mi lado para disculparse otra vez, pero más que eso parecía que estaba inspeccionando mi rostro, como si intentara acordarse de donde me había visto antes, y justo cuando yo iba retirar la mirada me fijé de una gran cicatriz que recorría su cuello.
 Al darse cuenta de que yo estaba observando su cicatriz, Víctor se incomodó y cambió de postura para que yo no pudiera verla.

  -¿Qué te pasó? - le pregunté.
  -Eh… nada, un simple arañazo - murmuró molesto por mi pregunta.

 Después, sin decir nada, se levantó y se reunió con los demás, que estaban a unos metros de nosotros mirándonos. 

  -Lo siento - dije levantándome - pero se me han quitado las ganas de jugar. Necesito estar solo.

 Nadie objetó nada, así que comencé a andar hasta un pequeño claro, mi preferido, donde iba siempre a pensar. Me senté debajo de un gran roble, entre dos de sus grandes raíces.
 Cogí varias piedras y me entretuve un rato tirándolas contra el árbol de en frente.

  -¿Me puedo sentar? - me giré y vi a Luna apoyada en el tronco del árbol bajo el que yo estaba sentado. La hice un gesto con la mano para que se sentara a mi lado. Cuando se sentó nuestros brazos se rozaban, estábamos apretujados entre las dos raíces del roble. Estuvimos un rato en silencio, disfrutando el uno del silencio del otro, hasta que Luna comenzó a hablar.

  -Nathan - dijo con voz suave - prometiste escuchar hasta el final.

  ¿Cómo? ¿Es que todavía había más? Intenté disimular un poco mi expresión de sobresalto.

  -Claro. - respondí - ¿Qué más me tienes que contar?
  -Bueno, la verdad es que tú no eres un Protector Blanco cualquiera. Eres el último Protector Blanco conocido.
  -¿Cómo? ¿El último conocido?- esta vez no pude evitar que mi rostro  mostrara que estaba alucinado.
  -Verás - soltó un largo suspiro - desde siempre han existido los Protectores Blancos y, por tanto, también los Asesinos Oscuros. Esto quiere decir que siempre ha habido  una lucha entre el Bien y al Mal. Hace 17 años hubo una gran batalla en la que el Mal dominó al Bien - aquello se ponía interesante, así que me callé y seguí  escuchando con atención a Luna. - Sólo quedaron con vida unos pocos de los nuestros, los más fuertes y con más poder, llamados “Las Autoridades Superiores”, y ellos tomaron una decisión rápida. Dotaron de las habilidades de los Protectores Blancos a doce bebés recién nacidos. Uno de los cuales eres tú.

  Me quedé pensando un momento.

  -Luna - dije - ¿cuántos años tienes?
  -Diecisiete…
  -Entonces, ¿tú eres…?
  -¡Oh, no! - me interrumpió - yo no soy una Protectora, soy una Buscadora.
  -¿Y cuál es tu papel en toda esta historia?
  -Mi misión, junto con otros dos Buscadores, es encontrar a los doce Protectores Blancos - explicó - aunque ahora es imposible - parecía muy apenada así que le cogí la mano para tratar de consolarla, y ella me apretó con firmeza.
  -¿Por qué dices eso? - pregunté sin soltarle la mano.
  -Por que tres de ellos fueron asesinados y otros dos se pasaron al lado del mal, ahora solo quedan seis ya que te he encontrado a ti, y hasta que no los encontremos la vida de cada uno de ellos peligra.
  -Pero para eso ya hay otros Buscadores ¿no?
  -Somos tres Buscadores en total, ya que mataron a los otros dos… - en esta parte la voz se le fue y le salieron algunas lágrimas que yo le retiré rozando su mejilla delicadamente con mi mano - así que no damos a basto, y además hay muy pocas pistas sobre donde se pueden encontrar a los demás Protectores. Ahora debo llevarte con Las Autoridades Superiores para que te enseñen a combatir contra los Asesinos Oscuros. No hay tiempo que perder.
  -No, de ninguna manera, no voy a alejarme de ti. Te ayudaré a buscarlos.
-¿Qué? ¿De veras estás dispuesto a ayudarme? – preguntó sorprendida

Lo pensé un pequeño instante. Si me iba con las Autoridades la perdería hasta que volviera a encontrar a otro Protector o, en el peor de los casos, la perdería para siempre si un maldito Asesino se la llevaba por delante. No podía permitir ninguna de las dos cosas y menos la segunda si estaba en mis manos impedirlo.

  -No quiero ir con las Autoridades, quiero ayudarte a encontrar al resto de los Protectores - dije sin pensármelo dos veces.
  -No puedo hacer eso, tengo que llevarte allí para que aprendas y te entrenes y…
  -¿Y si yo no quiero? ¿Y si simplemente quisiera seguir con mi vida normal?
  -No…, no lo sé. Pero, Nathan… ¿de verdad estas dispuesto a dejarlo todo para venir conmigo? - preguntó preocupada por mí -. Es muy arriesgado y no tienes la preparación adecuada y…
  -Me da igual lo que opines, si no me dejas acompañarte por las buenas, te seguiré a donde vayas - corté.
    Nos quedamos un momento en silencio.
  -Vale – accedió – pero te tendré que ensañar a controlar tus poderes y… – hizo una pausa – hay algo que quiero saber.
  -Lo que sea – respondí.
  -Antes, en la biblioteca... cuando hablabas con Matt... había algo que me tenías que decir y que...
  -Te quiero – solté de repente.
  -¿Perdona? – dijo asombrada.
  -Que estoy enamorado de ti desde el momento en que la directora nos presentó, desde que vi tus hermosos ojos y tu pelo y...y te quiero – al momento de decirlo noté como las mejillas me ardían – Vale, ya lo ha dicho. ¡Puff! – ¿En serio acababa de decir todo eso?
  -¡Vaya que si lo has dicho! – dijo ella – Pero verás, es que tú y yo no pod...
- No le dio tiempo a terminar la frase porque algo tiró de mí hacia ella y la distancia que había entre nuestros rostros desapareció cuando posé mis labios sobre los suyos.
Ella rodeó mi cuello con sus brazos y yo puse los míos alrededor de su cintura.
Llevaba mucho tiempo esperando este momento y, por fin, había llegado.
Cuando nos separamos ella suspiró.
  -Te quiero.
  -Y yo a ti – respondí sonriendo.
Esta vez fue ella quien acercó sus labios a los míos
  -Ejem, ejem tortolitos, – la voz de Cris hizo que nos levantáramos de un salto – nos vamos a dar una ducha, pero veo que vosotros dos tenéis cosas mejores que hacer… – dijo con una amplia sonrisa dibujada en su rostro.
Oí a Matt y a Paula soltar una carcajada detrás de Cris y Luna y yo nos pusimos rojos como tomates aunque también nos reímos.
Pero tan solo yo me percaté de que Víctor estaba apoyado en un árbol, con la cara seria y cruzado de brazos.
Luna siguió la dirección de mi mirada y se estremeció.
La agarré por la cintura con un brazo y la atraje hacia mí.
  -¿Estás bien? – susurré de forma que sólo ella pudiese oírme.
  -Sí, no pasa nada, – murmuró – estoy bien - aunque su voz indicaba que estaba asustada.
  -Vale – dije, esta vez en voz alta – me voy a la ducha.
Fuimos todos en silencio hasta el edificio.
Matt y yo íbamos delante, seguidos de Luna y Paula, detrás Cris y un poco más alejado iba Víctor.
Cuando las chicas entraron en su habitación Víctor rompió el silencio.
  -Creo que deberías enseñarme el reformatorio – dijo mirándome a los ojos.
  -Tienes razón. Quedamos después de la ducha, un rato antes de la cena en el hall. ¿De acuerdo?
  -Vale. Hasta luego – dijo dejándonos a Matt y a í en la puerta de nuestra habitación.
  -Es un poquito raro, ¿no crees? – me preguntó Matt.
  -La verdad es que sí, un poquito mucho.
Nos miramos y sonreímos
Cuando entramos en la habitación llegó el no deseado interrogatorio de Matt.
  -¿Qué?  Ya se lo has dicho, ¿eh? Y por lo que veo, se lo ha tomado bastante bien – dijo partiéndose de risa.
  -No ha sido como me esperaba – confesé.
  -Pero ha ido bien, ¿verdad? O, al menos, eso parecía – se volvió a reír.
  -Paso de ti, me voy a la ducha – dije.
  -Vale, vale.
Cogí ropa limpia y me fui al baño a ducharme.
Mientras me caía el agua caliente recapacité sobre lo que había pasado esa tarde. Luna me quería, no me había apartado cuando la había besado; todo lo contrario, me había devuelto el beso.
Eso era bueno, ¿verdad? Suponía que sí.
A los 20 minutos bajé al hall y ahí estaba Víctor, pero no estaba solo. Junto a él estaba Luna y no parecía estar divirtiéndose precisamente. Tenía una expresión muy seria dibujada en su rostro; en cambio el de Víctor tenía una sonrisa burlona.
Me acerqué sigilosamente, sin que se dieran cuenta y escuché lo que parecía ser la última parte de su conversación.
  -Si de verdad le quisieras, tendrías más cuidado y no te dejarías guiar por tus sentimientos como haría cualquier adolescente en plena edad del pavo – decía Víctor con voz burlona – Pero como no es mi problema... además yo me ocuparé de ello, ya sabes que es mi trabajo.
Luna estaba a la vez confusa, furiosa, triste e… ¿impotente? Se la notaba en la cara. Dio media vuelta y se marchó  a la biblioteca.
Me acerqué hasta Víctor que aún sonreía.
  -Hola – saludé - ¿estás listo para el “tour” por el reformatorio?
  -Totalmente – contestó muy convencido.
  -Vale, empezaremos por la planta baja...
Y, de nuevo, le llevé por los mismos lugares por los que había llevado a Luna días atrás, sin olvidar la biblioteca.
 Cuando salíamos por la puerta de la biblioteca me atreví a hacerle a Víctor la pregunta que había estado deseando formular desde que le había visto hablando con Luna.
  - ¿De qué conoces a Luna?
  -¿Por qué lo preguntas? - preguntó sin contestarme.
  - Eso no es una respuesta - repliqué.
  - Ni lo tuyo tampoco - dijo con una sonrisa burlona.
Estuvimos un momento en silencio mirándonos, pero al final contesté:
 - Os vi hablando antes en el hall - expliqué -, parecía que os conocíais de antes.
  - Es que nos conocemos desde hace mucho.
  - ¿Y eso? - pregunté.
  - Nuestros padres eran muy amigos cuando nosotros éramos pequeños - explicó
  - ¿Eran? - seguí preguntando.
  -  ¡Eh, eh! Ya me toca a mí preguntar ¿no crees? - Se quedó pensando un momento y al fin preguntó -. ¿Por qué estás aquí?
  Su mirada me atravesó y me entró un escalofrío, pero aún así no me dejé intimidar.
  - No me gusta hablar de ello ¿Y tú? - dije manteniendo la mirada fija en él - ¿Qué has hecho para estar aquí?
  - Te voy a contar lo esencial: asesiné a una persona - dijo con toda la frialdad del mundo, como si no le afectara para nada, como si no importara. Esta vez si que me dio un escalofrío y me alegré de que al final del pasillo aparecieran Cris y Matt, si no, seguramente hubiera echado a correr en busca de algún lugar donde hubiera gente.
  - ¡Por fin! - gritó Cris - Os estábamos buscando.
 Esbocé una sonrisa al escuchar a Cris, ella seguía igual que el día en que la conocí. Era…, simplemente Cris.
 Fuimos al comedor y cuando llegamos a la mesa con la bandeja en la mano aparecieron Luna y Paula por la puerta.
 Para cuando llegaron ala mesa con la comida estábamos sentados en un lateral Matt y yo y en el otro Víctor y Cristina. Paula fue directa a sentarse junto a Cris, por lo que Luna no tuvo más remedio que sentarse junto a mí.
No sabía si eran imaginaciones mías o si era cierto pero Luna evitaba mis miradas y que habló conmigo poco y los más fríamente posible.
 Cuando acabamos de cenar, dijeron que iban a dar un paseo pero Luna se disculpó:
  - Yo no voy, estoy muy cansada, yo me subo a la habitación.
  - Te acompaño, yo también estoy cansado - me ofrecí.
  - No, Nathan, en serio, no hace falta que…
  - No me importa, vamos - dije sonriendo, aunque ella no me delvovió la sonrisa, pero por lo menos cedió y finalmente subimos los dos juntos hasta las habitaciones en silencio.
  Una vez en su puerta, le pregunté:
  - ¿Podemos hablar?
  - Claro - contestó algo indecisa -, pasa - dijo invitándome a entrar en su habitación.
  - ¿De que quieres hablar? - preguntó ya dentro.
  - ¿Qué te pasa? ¿Por qué te comportas así conmigo?
  - Yo no me… - comenzó a decir.
  - No me digas que no te comportas como si no me conocieras. Ayer me devuelves el beso y hoy ni me miras. ¿Tiene esto algo que ver con la conversación que has tenido con Víctor?
  - ¿Cómo? ¿Nos estabas espiando? ¿Escuchaste nuestra conversación a escondidas? - casi chilló Luna.
  - No, solo escuché la última parte, lo de que tenías que tener cuidado - expliqué - ¿Y además por qué no me dijisteis que fuisteis amigos de pequeños?
  - Por que fue hace mucho tiempo de eso y todos hemos cambiado, demasiado - dijo en tono cortante.
  - ¿Cómo qué habéis cambiado? ¿Te refieres a que él está aquí por que asesinó a una persona…?
  - ¿No sabes qué es, verdad?
  - Te refieres a que es un…
  - Sí, un Asesino de la Oscuridad, Víctor es uno de ellos, y ha venido a por ti - afirmó Luna.

Perdón por haberos hecho esperar tanto, esperamos que os guste. un besazo¡