jueves, 13 de octubre de 2011

CAPITULO 6

  - ¿Por… por qué no me lo dijiste? - pregunté.
 Luna se limitó a mirarme fijamente.
  -Yo… podría haber…
  - Ni, no puedes hacer nada, tú no, y hasta que no salgamos de aquí yo tampoco - dijo sin apartar la mirada.
  - ¿Pero él…? ¿Él sabe que tu eres una Buscadora y que yo soy un… - se me hizo un nudo en la garganta, no estaba acostumbrado a llamarme así - ya sabes, un…?
  - Protector, un Protector Blanco, no debes tener miedo a decirlo, es tu naturaleza, no puedes cambiarlo, quieras o no.
  - Yo no tengo miedo - me defendí.
  - Todos tenemos miedo, miedo de lo nuevo, lo desconocido… es parte de nosotros. Y sí, Víctor está aquí porque sabe lo que somos y sí, todo esto lo sé gracias a la conversación que tuve con él - explicó.
  - ¿Y qué quería decir? Me refiero a eso de que no deberías dejarte llevar por tus sentimientos - dije recordando las palabras de Víctor, y en ese momento las entendí, pero aún así necesitaba que me lo dijera ella.
 Tardó bastante en responder.
  - Verás Nathan, - suspiró - como te dije ayer, te quiero, me gustaría empezar una relación con tigo, pero… no puedo, lo nuestro nunca funcionaría.
  - ¿Por qué dices..?
  - Espera, déjame acabar - me cortó Luna -. No funcionaría, porque antes o después acabarían descubriéndolo.
  - ¿Quiénes? ¿Las Autoridades Superiores? - Luna asintió - ¿Y qué si lo descubren?
  - Hay una serie de normas que los Protectores y los Buscadores deben cumplir y…
  - Déjame adivinar - dije - una de ellas es no enamorarse bajo ningún concepto.
  - Más o menos - fijo soltando una risita nerviosa -. No se pueden mantener relaciones de ningún tipo excepto laborales, no se pueden tener preferencias, etc… Si estuviéramos en peligro de muerte un Protector Blanco y yo ¿A quién salvarías?
  - Pues lo sentiría mucho por el otro Protector, pero tengo claro que te salvaría a ti.
  - ¿No lo ves? No podemos estar juntos, en ese caso deberías decidirte sin pensarlo por tu compañero, no por mí, una simple Buscadora.
  - Pero… ¿y si nunca llega esa elección? ¿Y si no se enteran? - pregunté cogiéndola la mano, infundándole esperanza para que cambiara de opinión, ella apartó la mirada.
  - Nathan, en serio, lo siento mucho, pero como te he dicho si ellos se enteran podrías acabar muy mal, te quitarían las habilidades, te desterrarían de tu mundo por incumplir las normas y…
  - Me da igual eso. Prefiero perder mis poderes y  vivir en mundo normal junto a ti que en uno fantástico sin ti.
  Me miró fijamente a los ojos y vi que los suyos estaban llenos de lágrimas.
- Oh, Nathan, te quiero. No puedo ignorar mis sentimientos, llevo toda
 mi vida reprimiéndolos, me han obligado a vivir una vida impuesta por ellos no mi propia vida, me gustaría coger el timón de mi vida, hacer con ella lo que me apetezca - dijo - ¿En serio estarías dispuesto a perder tus habilidades y a dejar de lado tu naturaleza, por mí?
  - En realidad - suspiré antes de decir: - estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por ti.
  De repente se abalanzó sobre mí y me rodeó el cuello con sus brazos. Apoyó su cabeza sobre mi hombro y comenzó a sollozar.
- Gracias - susurró.
Antes de que pudiera responder, escuché unos pasos provenientes de detrás de la puerta de la habitación. La puerta se abrió y una figura alta vestida de negro se coló en el cuarto.
  - ¡Qué conmovedor! - era la voz de Víctor -. Si queréis me voy y os vuelvo a dejar solitos - dijo antes de soltar una carcajada que me puso los pelos de punta.
  - Vete a la mierda hijo de puta - solté de repente.
 Víctor hizo caso omiso  de mi intervención y dio un paso en dirección a Luna, que estaba en mis brazos exhausta y confundida.
  - ¿Qué pasa no puedes controlar tus sentimientos, pequeña Buscadora? - preguntó dirigiéndose a Luna, con una sonrisa burlona dibujada en el rostro.
 Lentamente se fue acercando hacia nosotros ala vez que e iba incorporando a Luna hasta dejarla a mi espalda  protegida por mí. Si Víctor quería llegar a ella tendría que pasar primero por encima de mi cadáver.
  - No te acerques a ella, Asesino.
  - Sí, -diijo- eso es exactamente lo que soy, un Asesino.
Me tendió la mano.
  - Encantado de conocerte, Protector - dijo con una mirada gélida.
  - ¿Por qué no nos dejas en paz y te largas? - pregunté con toda la mala leche contenida en esas palabras.
  - Sí, la verdad, ha estado pensando en… ¿cómo se llama? Ah, sí, tu amiguita Cristina, es bastante mona…
  - No te atrevas a tocarla un pelo o…
  - ¿O qué? ¿Me matarás? Dudo mucho que lo consigas, ni tu Lunita lo consiguió y eso que estaba preparada para ello.
Dio media vuelta y se largó pegando un portazo, con una última  mirada amenazadora.
 Me giré y comprobé que Luna lloraba incluso más que antes. Estaba sentada entre mí y su cama, con la cabeza entre las piernas.
  - Eh, vamos, ya está - dije cogiéndole la cabeza con suavidad entre mis manos y limpiándole  las lágrimas que no paraban de caer. Cruzó su mirada con migo, estaba preocupada y feliz - venga ponte más cómoda - dije cogiéndola en mis brazos y depositándola suavemente sobra su cama, estaba totalmente agarrotada así que tuve que ayudarla a tranquilizarse susurrándole cosas al oído.
 Me acomodé torpemente a su lado hasta acabar tumbados unos junto al otro. Ella me abrazó y puso su cabeza sobre mi pecho.
  - Tranquila, todo a pasado, ya ha terminado - la susurré mientras le besaba la frente. En ese momento supe que no era cierto, que todo acababa de empezar, pero no me desmoroné, no con Luna así a mi lado, si ella estaba mal yo estaría bien por los dos.
 Pudimos pasarnos así horas hasta que consiguió serenarse, abrazados el uno al otro, yo susurrándole cosas sin demasiado sentido pero con toda la ternura del mundo y ella abrazada a mí y sin parar de llorar.
  - Gra… gracias por todo, no… no sé que haría sin ti - dijo una vez se tranquilizó, irguiéndose ligeramente hasta acabar su cabeza sobre la mía, sus cabellos rojizos, oscuros por la oscuridad que nos rodeaba, cayeron sobre mi rostro haciéndome cosquillas. Luna se inclinó hasta que nuestros labios se encontraron en un beso húmedo, ya que sus lágrimas seguían rodando por su cara e iban a parar a las comisuras de sus labios.
  Ella enredó su mano en mis cabellos y yo la apreté contra mí hasta que nos quedamos sin aire y ella se volvió a colocar sobre mi pecho, igual de abrazada a mí como antes, solo que ya no estaba tensa. Supe que necesitábamos descansar, había sido un día muy largo y con muchas emociones.
  - Buenas noches - susurré mientras le apartaba un mechón se pelo que tenía en la cara.
  - Hasta mañana, Nathan - murmuró ella ya en sueños y con una preciosa sonrisa dibujada en su rostro.


 Otra vez la misma canción de rodas las mañanas, ya estaba hasta las narices.
 Abrí los ojos y lo primero que vi fue a Luna, aún dormida abrazada a mí. De repente todos los sucesos del día anterior vinieron a mi mente: el beso de Luna, lo que dijo Víctor sobre que estaba aquí por un asesinato, sus amenazas, y la noche en vela ayudando a Luna a tranquilizarse.
  Me levanté con cuidado intentando no despertarla y fui a los baños. Me lavé la cara y me miré al espejo.
 Parecía que llevaba una semana sin peinarme y tenía unas ojeras que parecía que no se me iban a quitar no con las cremas esas que anunciaban por la tele.
 Volví a la habitación a ver si Luna se había despertado ya y me la encontré de espaldas a mí en ropa interior, conjunto negro de Hello Kity, y estaba buscando el uniforme en el armario.
 Me di cuenta de que una cicatriz recorría parte de su espalda. Era alargada, como si una espada le hubiese cortado. Y además también descubrí un tatuaje en la cadera, era como una especie de estrella con seis puntas.
  - ¿Cómo te la hiciste? - le pregunté sin fijarme en que no se había dado cuenta de que yo estaba aquí.
  - ¿Qué? - dio media vuelta de un salto tapándose con la camisa del uniforme que tenía en la mano - ¿Cuánto tiempo llevas ahí? - preguntó ruborizándose.
  -Mmm… unos veinte segundos - contesté -. Lo siento, debería haber llamado a la puerta…
  - Sí. Bueno, deberías… - dijo.
  - Si quieres me voy… no pretendía molestar…
  - No, no. No importa, no molestas - dijo poniéndose la camisa del uniforme.
 Y antes de que pudiera reaccionar se acercó y juntó sus labios con los míos.
  - Buenos días - me dijo dedicándome una sonrisa llena de felicidad.
  - Te quiero - le dije con toda sinceridad, antes de volverla a besar.
  - Toc, toc ¿se puede? - preguntó Paula con una risita a nuestras espaldas.
  - Sí, sí, claro - dije poniéndome rojo como un tomate - si yo ya me iba… ¿Por cierto, dónde habéis dormido Cris y tú?
  - Yo en tu cama… es que cómo mi habitación estaba ocupada… y estabais tan dormidos…
  - Vale ¿con Matt? ¿y Cris?
  - Bueno, Matt durmió en su cama y mmm… Cris y Víctor se fueron a dar un paseo solos.
  - Ah, vale, yo me voy a cambiar.
 Besé a Luna en al mejilla y me despedí de Paula.
 Estaba preocupado por Cris, ¿y si Víctor le había hecho algo?
 Y además ¿Matt y Paula? Bueno no me los imaginaba juntos, pero…
 Corrí a la habitación de Víctor y entre sin llamar.
Estaba solo en la habitación, con la camiseta quitada. Ya tenía una razón por la que a Cris le podía gustar.
  - ¿Dónde está? - pregunté furioso - ¿Qué la has hecho?
  - Bueno, ya que creo que estas hablando de tu amiguita Cris - contestó con esa maldita mirada desafiante a la vez que burlona -, te diré que como ayer nos dejaron solos, pues…
  - Hola Nathan - Cris apareció por la puerta.
  - Eh… hola - dije algo confuso - Esto… venía para decirte que Luna me ha pedido que te busque para que la ayudes a alisarse el pelo - me lo inventé todo sobre la marcha, pero con tal de que no estuviera más tiempo junto a Víctor… además, seguro que Luna lo entendería.
  - ¿Luna? ¿Alisarse el pelo? Bueno… supongo que la tendré que ayudar, para eso están las amigas ¿no? - se volvió hacia Víctor -. Espérame para bajar a desayunar.
  Se acercó a Víctor y se besaron con mucha intensidad, reprimí una arcada, Cris con Víctor, una de mis mejores amigas con mi peor enemigo… puaj, eso tenía que acabar, y pronto.
 Víctor la estrechó contra sí en ademán posesivo, como para intentar dejarme claro que iba a ser imposible que Cris cambiara de bando. Yo esperé paciente y salí detrás de Cristina hacia su habitación.
  Entré un momento para avisar a Luna de que le siguiera el juego.
  - Bueno, aquí te traigo a Cris para que te ayude a alisarte el pelo - dije a Luna que me miró con cara confusa primero y después asintió. Bien, me había entendido.
  - Gracias por ir a buscarla.

 Fui directo a mi habitación a vestirme y allí me encontré con Matt que ya estaba vestido, pero muy pensativo.
- ¿Podemos hablar? - preguntó nada más verme entrar.
- Claro, ¿qué pasa?
- Yo…, verás, es que hace tiempo que.., bueno, me estoy… - parecía bastante nervioso
      - Vamos, suéltalo ya - dije intentándole darle ánimos.
      - Estoy… enamorado de Cris - soltó al fin.
      - ¿Cris? ¿De Cris? - no me lo podía creer - ¿Y qué hay de Paula? ¿Ayer por la noche…?
      - ¿Qué? No, ayer no pasó nada con Paula, simplemente durmió en tu cama por que tú estabas con Luna en su habitación. Es una buena amiga, pero nada más.
      - Lo siento, yo pensaba que tú… - me disculpé - ¿Cris? ¿Por qué no me lo contaste?
      - Bueno… todo pasó a raíz de Luna y tú. Te veía esa sonrisa cada vez que hablabas de ella… eras tan feliz cuando pensabas que ibais a estar juntos que yo me replantee muchas cosas, cómo por ejemplo si alguien me gustaba y… bueno, me di cuenta de que quería mucho a Cris, pero como a algo más que a una amiga, comprendí que si la perdía lo pasaría fatal, tendría un vacío gigante y llegué a la conclusión de que me gusta, de que daría cualquier cosa por hacerla feliz.
  - ¿Pero por qué no me lo has contado antes?
  - Tenías cosas de la que preocuparte, como Luna.
  - Vamos, tío, eres mi mejor amigo y nada ni nadie podrá cambiarlo, ni siquiera Luna, puedes confiar en mí para lo que quieras.
  - Gracias - dijo levantándose de la cama.
  - Para eso están los amigos.
 Nos dimos un abrazo, uno de esos que lo dicen todo son necesidad de decir nada, uno de los que sólo se dan los amigos de verdad.
 Y eso me hizo entristecer al comprender que sería uno de los últimos momentos que pasaría junto a él.

 Después de vestirnos todos bajamos al comedor excepto Cristina y Víctor, que después de que ayudara a Luna  a alisarse el pelo, desaparecieron.
 A mitad del desayuno aparecieron por la puerta del comedor cogidos de la mano.
 Sin ni siquiera mirarnos se sentaron en una mesa e la otra punta del comedor.
  - ¿Qué les pasa a esos dos? - preguntó Paula.
  - No lo sé - respondió Matt -. Pero voy a averiguarlo - se levantó para dirigirse hacia la otra punta del comedor en busca de explicaciones.
  - ¿Quieres que te acompañe? - le pregunté, no sabía que podría hacer Víctor, aunque por otro lado  no me quería separar de Luna que estaba a mi lado con la cabeza apoyada en mi hombro y su pelo pelirrojo, ahora liso, me hacía cosquillas en el cuello.
  - No, ya soy mayorcito - dijo muy seguro de sí mismo.
 Anduvo recto por el pasillo, derecho a la última mesa, donde se veía desde nuestra posición a Víctor y Cris de espaldas a nosotros.
 Cuando llegó se sentó en frente de los dos y cómo estaba de cara a mi lado de la mesa le pude leer los labios
  - ¿Qué hacéis aquí? ¿Por qué no os sentáis con nosotros? - preguntó Matt, supongo que furioso a la vez que confuso. No supe la respuesta que le dieron, pero si supe que había hablado Cristina, porque Matt, la miraba a ella - ¿Qué? ¿Qué quieres que hoy sea el día de las parejas? Pero… ¿qué parejas? Si los únicos que… - leí en sus labios antes de que Cris le cortara, aunque en seguida volvió a hablar - Nathan y Luna sí, pero Paula y yo… ¿de dónde has sacado eso? Buff, da igual, si no queréis venir, no vengáis - se levantó de  la mesa y vino hacia la nuestra.

  - No hay manera, dice que hoy debería ser “el día de las parejas”, una chorrada que se ha inventado para estar a solas con Víctor, además, él ni ha abierto la boca, llevaba esa sonrisa burlona pintada en su maldita cara. Cuanto desearía borrársela.
  - Pues no eres el único… - murmuré lo suficientemente bajo para que solo me escuchara Luna.

Cuando acabamos de desayunar fuimos a clase, acompañé a Luna a su clase de Matemáticas y la dije que se mantuviera siempre donde hubiera gente, nunca sola, por si acaso a Víctor se le ocurría hacerle algo. A cada intermedio entre clase y clase iba a buscarla para acompañarla a la siguiente.
 Estuve toda la mañana absorto en mis pensamientos: Víctor, mi cumpleaños, la huida que debía emprender junto con Luna, las habilidades que tendría que aprender a controlar… iban a ocurrir demasiadas cosas en muy poco tiempo, ¿estaría preparado? Lo tendría que descubrir por mi propia cuenta.

domingo, 2 de octubre de 2011

CAPITULO 5


 ¿Qué? ¡Esto era increíble! ¡Era un Protector Blanco! Había estado tan ¨tranquilo¨ en el reformatorio hasta que, de repente, llega una chica y me empiezan a pasar cosas extrañas. Corría mas deprisa que los demás, me hacía invisible, no me hacía daño con facilidad…
 Y además había una panda de malos llamados Asesinos de la Oscuridad y otra de buenos llamados Protectores Blancos.
 Los Asesinos querían, como su nombre indica, matar a los Protectores y yo era uno de los Protectores.
 Y esa era la parte de la historia en la que supuestamente, yo debería tomar a Luna por loca, pero no era así, porque, para poner la guinda, estaba locamente enamorado de ella.
 ¡Tierra trágame!

 Un balonazo en la cabeza me sacó de mi ensoñación.
  -Lo siento - gritó Víctor mientras se acercaba corriendo hacia mí.
  -No pasa nada, da igual - respondí en voz baja - estoy bien.

 Me sentí un poco mareado por el golpe, por lo que me senté.
 Víctor se sentó a mi lado para disculparse otra vez, pero más que eso parecía que estaba inspeccionando mi rostro, como si intentara acordarse de donde me había visto antes, y justo cuando yo iba retirar la mirada me fijé de una gran cicatriz que recorría su cuello.
 Al darse cuenta de que yo estaba observando su cicatriz, Víctor se incomodó y cambió de postura para que yo no pudiera verla.

  -¿Qué te pasó? - le pregunté.
  -Eh… nada, un simple arañazo - murmuró molesto por mi pregunta.

 Después, sin decir nada, se levantó y se reunió con los demás, que estaban a unos metros de nosotros mirándonos. 

  -Lo siento - dije levantándome - pero se me han quitado las ganas de jugar. Necesito estar solo.

 Nadie objetó nada, así que comencé a andar hasta un pequeño claro, mi preferido, donde iba siempre a pensar. Me senté debajo de un gran roble, entre dos de sus grandes raíces.
 Cogí varias piedras y me entretuve un rato tirándolas contra el árbol de en frente.

  -¿Me puedo sentar? - me giré y vi a Luna apoyada en el tronco del árbol bajo el que yo estaba sentado. La hice un gesto con la mano para que se sentara a mi lado. Cuando se sentó nuestros brazos se rozaban, estábamos apretujados entre las dos raíces del roble. Estuvimos un rato en silencio, disfrutando el uno del silencio del otro, hasta que Luna comenzó a hablar.

  -Nathan - dijo con voz suave - prometiste escuchar hasta el final.

  ¿Cómo? ¿Es que todavía había más? Intenté disimular un poco mi expresión de sobresalto.

  -Claro. - respondí - ¿Qué más me tienes que contar?
  -Bueno, la verdad es que tú no eres un Protector Blanco cualquiera. Eres el último Protector Blanco conocido.
  -¿Cómo? ¿El último conocido?- esta vez no pude evitar que mi rostro  mostrara que estaba alucinado.
  -Verás - soltó un largo suspiro - desde siempre han existido los Protectores Blancos y, por tanto, también los Asesinos Oscuros. Esto quiere decir que siempre ha habido  una lucha entre el Bien y al Mal. Hace 17 años hubo una gran batalla en la que el Mal dominó al Bien - aquello se ponía interesante, así que me callé y seguí  escuchando con atención a Luna. - Sólo quedaron con vida unos pocos de los nuestros, los más fuertes y con más poder, llamados “Las Autoridades Superiores”, y ellos tomaron una decisión rápida. Dotaron de las habilidades de los Protectores Blancos a doce bebés recién nacidos. Uno de los cuales eres tú.

  Me quedé pensando un momento.

  -Luna - dije - ¿cuántos años tienes?
  -Diecisiete…
  -Entonces, ¿tú eres…?
  -¡Oh, no! - me interrumpió - yo no soy una Protectora, soy una Buscadora.
  -¿Y cuál es tu papel en toda esta historia?
  -Mi misión, junto con otros dos Buscadores, es encontrar a los doce Protectores Blancos - explicó - aunque ahora es imposible - parecía muy apenada así que le cogí la mano para tratar de consolarla, y ella me apretó con firmeza.
  -¿Por qué dices eso? - pregunté sin soltarle la mano.
  -Por que tres de ellos fueron asesinados y otros dos se pasaron al lado del mal, ahora solo quedan seis ya que te he encontrado a ti, y hasta que no los encontremos la vida de cada uno de ellos peligra.
  -Pero para eso ya hay otros Buscadores ¿no?
  -Somos tres Buscadores en total, ya que mataron a los otros dos… - en esta parte la voz se le fue y le salieron algunas lágrimas que yo le retiré rozando su mejilla delicadamente con mi mano - así que no damos a basto, y además hay muy pocas pistas sobre donde se pueden encontrar a los demás Protectores. Ahora debo llevarte con Las Autoridades Superiores para que te enseñen a combatir contra los Asesinos Oscuros. No hay tiempo que perder.
  -No, de ninguna manera, no voy a alejarme de ti. Te ayudaré a buscarlos.
-¿Qué? ¿De veras estás dispuesto a ayudarme? – preguntó sorprendida

Lo pensé un pequeño instante. Si me iba con las Autoridades la perdería hasta que volviera a encontrar a otro Protector o, en el peor de los casos, la perdería para siempre si un maldito Asesino se la llevaba por delante. No podía permitir ninguna de las dos cosas y menos la segunda si estaba en mis manos impedirlo.

  -No quiero ir con las Autoridades, quiero ayudarte a encontrar al resto de los Protectores - dije sin pensármelo dos veces.
  -No puedo hacer eso, tengo que llevarte allí para que aprendas y te entrenes y…
  -¿Y si yo no quiero? ¿Y si simplemente quisiera seguir con mi vida normal?
  -No…, no lo sé. Pero, Nathan… ¿de verdad estas dispuesto a dejarlo todo para venir conmigo? - preguntó preocupada por mí -. Es muy arriesgado y no tienes la preparación adecuada y…
  -Me da igual lo que opines, si no me dejas acompañarte por las buenas, te seguiré a donde vayas - corté.
    Nos quedamos un momento en silencio.
  -Vale – accedió – pero te tendré que ensañar a controlar tus poderes y… – hizo una pausa – hay algo que quiero saber.
  -Lo que sea – respondí.
  -Antes, en la biblioteca... cuando hablabas con Matt... había algo que me tenías que decir y que...
  -Te quiero – solté de repente.
  -¿Perdona? – dijo asombrada.
  -Que estoy enamorado de ti desde el momento en que la directora nos presentó, desde que vi tus hermosos ojos y tu pelo y...y te quiero – al momento de decirlo noté como las mejillas me ardían – Vale, ya lo ha dicho. ¡Puff! – ¿En serio acababa de decir todo eso?
  -¡Vaya que si lo has dicho! – dijo ella – Pero verás, es que tú y yo no pod...
- No le dio tiempo a terminar la frase porque algo tiró de mí hacia ella y la distancia que había entre nuestros rostros desapareció cuando posé mis labios sobre los suyos.
Ella rodeó mi cuello con sus brazos y yo puse los míos alrededor de su cintura.
Llevaba mucho tiempo esperando este momento y, por fin, había llegado.
Cuando nos separamos ella suspiró.
  -Te quiero.
  -Y yo a ti – respondí sonriendo.
Esta vez fue ella quien acercó sus labios a los míos
  -Ejem, ejem tortolitos, – la voz de Cris hizo que nos levantáramos de un salto – nos vamos a dar una ducha, pero veo que vosotros dos tenéis cosas mejores que hacer… – dijo con una amplia sonrisa dibujada en su rostro.
Oí a Matt y a Paula soltar una carcajada detrás de Cris y Luna y yo nos pusimos rojos como tomates aunque también nos reímos.
Pero tan solo yo me percaté de que Víctor estaba apoyado en un árbol, con la cara seria y cruzado de brazos.
Luna siguió la dirección de mi mirada y se estremeció.
La agarré por la cintura con un brazo y la atraje hacia mí.
  -¿Estás bien? – susurré de forma que sólo ella pudiese oírme.
  -Sí, no pasa nada, – murmuró – estoy bien - aunque su voz indicaba que estaba asustada.
  -Vale – dije, esta vez en voz alta – me voy a la ducha.
Fuimos todos en silencio hasta el edificio.
Matt y yo íbamos delante, seguidos de Luna y Paula, detrás Cris y un poco más alejado iba Víctor.
Cuando las chicas entraron en su habitación Víctor rompió el silencio.
  -Creo que deberías enseñarme el reformatorio – dijo mirándome a los ojos.
  -Tienes razón. Quedamos después de la ducha, un rato antes de la cena en el hall. ¿De acuerdo?
  -Vale. Hasta luego – dijo dejándonos a Matt y a í en la puerta de nuestra habitación.
  -Es un poquito raro, ¿no crees? – me preguntó Matt.
  -La verdad es que sí, un poquito mucho.
Nos miramos y sonreímos
Cuando entramos en la habitación llegó el no deseado interrogatorio de Matt.
  -¿Qué?  Ya se lo has dicho, ¿eh? Y por lo que veo, se lo ha tomado bastante bien – dijo partiéndose de risa.
  -No ha sido como me esperaba – confesé.
  -Pero ha ido bien, ¿verdad? O, al menos, eso parecía – se volvió a reír.
  -Paso de ti, me voy a la ducha – dije.
  -Vale, vale.
Cogí ropa limpia y me fui al baño a ducharme.
Mientras me caía el agua caliente recapacité sobre lo que había pasado esa tarde. Luna me quería, no me había apartado cuando la había besado; todo lo contrario, me había devuelto el beso.
Eso era bueno, ¿verdad? Suponía que sí.
A los 20 minutos bajé al hall y ahí estaba Víctor, pero no estaba solo. Junto a él estaba Luna y no parecía estar divirtiéndose precisamente. Tenía una expresión muy seria dibujada en su rostro; en cambio el de Víctor tenía una sonrisa burlona.
Me acerqué sigilosamente, sin que se dieran cuenta y escuché lo que parecía ser la última parte de su conversación.
  -Si de verdad le quisieras, tendrías más cuidado y no te dejarías guiar por tus sentimientos como haría cualquier adolescente en plena edad del pavo – decía Víctor con voz burlona – Pero como no es mi problema... además yo me ocuparé de ello, ya sabes que es mi trabajo.
Luna estaba a la vez confusa, furiosa, triste e… ¿impotente? Se la notaba en la cara. Dio media vuelta y se marchó  a la biblioteca.
Me acerqué hasta Víctor que aún sonreía.
  -Hola – saludé - ¿estás listo para el “tour” por el reformatorio?
  -Totalmente – contestó muy convencido.
  -Vale, empezaremos por la planta baja...
Y, de nuevo, le llevé por los mismos lugares por los que había llevado a Luna días atrás, sin olvidar la biblioteca.
 Cuando salíamos por la puerta de la biblioteca me atreví a hacerle a Víctor la pregunta que había estado deseando formular desde que le había visto hablando con Luna.
  - ¿De qué conoces a Luna?
  -¿Por qué lo preguntas? - preguntó sin contestarme.
  - Eso no es una respuesta - repliqué.
  - Ni lo tuyo tampoco - dijo con una sonrisa burlona.
Estuvimos un momento en silencio mirándonos, pero al final contesté:
 - Os vi hablando antes en el hall - expliqué -, parecía que os conocíais de antes.
  - Es que nos conocemos desde hace mucho.
  - ¿Y eso? - pregunté.
  - Nuestros padres eran muy amigos cuando nosotros éramos pequeños - explicó
  - ¿Eran? - seguí preguntando.
  -  ¡Eh, eh! Ya me toca a mí preguntar ¿no crees? - Se quedó pensando un momento y al fin preguntó -. ¿Por qué estás aquí?
  Su mirada me atravesó y me entró un escalofrío, pero aún así no me dejé intimidar.
  - No me gusta hablar de ello ¿Y tú? - dije manteniendo la mirada fija en él - ¿Qué has hecho para estar aquí?
  - Te voy a contar lo esencial: asesiné a una persona - dijo con toda la frialdad del mundo, como si no le afectara para nada, como si no importara. Esta vez si que me dio un escalofrío y me alegré de que al final del pasillo aparecieran Cris y Matt, si no, seguramente hubiera echado a correr en busca de algún lugar donde hubiera gente.
  - ¡Por fin! - gritó Cris - Os estábamos buscando.
 Esbocé una sonrisa al escuchar a Cris, ella seguía igual que el día en que la conocí. Era…, simplemente Cris.
 Fuimos al comedor y cuando llegamos a la mesa con la bandeja en la mano aparecieron Luna y Paula por la puerta.
 Para cuando llegaron ala mesa con la comida estábamos sentados en un lateral Matt y yo y en el otro Víctor y Cristina. Paula fue directa a sentarse junto a Cris, por lo que Luna no tuvo más remedio que sentarse junto a mí.
No sabía si eran imaginaciones mías o si era cierto pero Luna evitaba mis miradas y que habló conmigo poco y los más fríamente posible.
 Cuando acabamos de cenar, dijeron que iban a dar un paseo pero Luna se disculpó:
  - Yo no voy, estoy muy cansada, yo me subo a la habitación.
  - Te acompaño, yo también estoy cansado - me ofrecí.
  - No, Nathan, en serio, no hace falta que…
  - No me importa, vamos - dije sonriendo, aunque ella no me delvovió la sonrisa, pero por lo menos cedió y finalmente subimos los dos juntos hasta las habitaciones en silencio.
  Una vez en su puerta, le pregunté:
  - ¿Podemos hablar?
  - Claro - contestó algo indecisa -, pasa - dijo invitándome a entrar en su habitación.
  - ¿De que quieres hablar? - preguntó ya dentro.
  - ¿Qué te pasa? ¿Por qué te comportas así conmigo?
  - Yo no me… - comenzó a decir.
  - No me digas que no te comportas como si no me conocieras. Ayer me devuelves el beso y hoy ni me miras. ¿Tiene esto algo que ver con la conversación que has tenido con Víctor?
  - ¿Cómo? ¿Nos estabas espiando? ¿Escuchaste nuestra conversación a escondidas? - casi chilló Luna.
  - No, solo escuché la última parte, lo de que tenías que tener cuidado - expliqué - ¿Y además por qué no me dijisteis que fuisteis amigos de pequeños?
  - Por que fue hace mucho tiempo de eso y todos hemos cambiado, demasiado - dijo en tono cortante.
  - ¿Cómo qué habéis cambiado? ¿Te refieres a que él está aquí por que asesinó a una persona…?
  - ¿No sabes qué es, verdad?
  - Te refieres a que es un…
  - Sí, un Asesino de la Oscuridad, Víctor es uno de ellos, y ha venido a por ti - afirmó Luna.

Perdón por haberos hecho esperar tanto, esperamos que os guste. un besazo¡