martes, 14 de junio de 2011

CAPITULO 1

Un mediodía de septiembre en el aula de Geografía de un reformatorio.

Los recuerdos vuelven a mi mente.
<<Paredes blancas, puerta marrón; era su habitación. Había una cama con la colcha lila justo debajo de la ventana, y allí estaba ella. Sentada sobre la almohada con un perro de peluche entre sus brazos. Me senté a su lado y ella recostó su cabeza sobre mi pecho. Entonces me miró fijamente con sus grandes ojos verdes y susurró. Te qu…>>

  -Nathan ­­- el señor Brown me sacó de mi ensoñación- Nathan - volvió a decir - vuelva a clase.
  -Lo siento señor, me he distraído - contesté.
  -En fin, como iba diciendo… - y prosiguió con su aburrida explicación hasta que el timbre marcó el fin de la clase.

 Recogí mis cosas dispuesto a salir de allí lo más rápido que pudiese, pero cuando estaba en la puerta me topé con la directora que iba acompañada de una chica pelirroja que llevaba un vestido blanco.

  -Buenos días - saludó la directora Drina.
  -Hola - respondí cabizbajo intentando pasar desapercibido.
  -Espere, señor Redfield, quiero presentarle a una nueva alumna - me dijo señalando a la chica.
  -¿Qué tal?- dijo la chica casi en un susurro.
  -Nathan, te presento a Luna Auguste- dijo la directora- Me gustaría que le enseñara a la señorita Auguste nuestras instalaciones.
  -Verá, es que…- dije lentamente al mismo tiempo que buscaba una excusa creíble.
  -No sea maleducado - dijo ella con tono cortante.
  -De acuerdo, señorita Drina.
  -Gracias, señor Redfield. Por cierto,- dijo antes de marcharse- no olvide ponerse el uniforme, señorita Luna.
  -No se preocupe, me lo pondré en cuanto pueda- dijo la chica pelirroja.
Mientras se alejaba por el pasillo haciendo sonar sus tacones de aguja pude fijarme por primera vez en el rostro de la muchacha.
  -Hola, soy Nathan- dije ofreciéndole una mano como símbolo de saludo.
  -Esto… yo soy Luna- respondió ella a tiempo que estrechaba mi mano.
  -Bien, te enseñaré esto- dije aún estrechando su mano- Empecemos por el gimnasio.
  -Vale, ¡tú eres el guía!- exclamó soltando mi mano

Fui hasta el gimnasio con Luna a mi lado. Me sentía observado porque ir con una chica pelirroja, de ojos azules y con vestido blanco y sandalias…no es muy normal teniendo en cuenta que estábamos en un reformatorio en el que había que llevar uniforme.

Cuando llegamos empecé a enseñarle los vestuarios:
  -Estos son los vestuarios, los de la derecha los masculinos y los de la izquierda los femeninos
La conduje hasta el gimnasio.
  -¡Hala, es enorme!- exclamó antes de que yo pudiese explicarle donde estaba cada cosa.
  -Sí, es muy grande- dije con tranquilidad.
  -¿No hay piscina?- preguntó entusiasmada Luna.
  -No, esto no es un colegio privado, es un reformatorio. Ojala hubiera algún lujo, así por lo menos merecería la pena estar aquí siendo inocente- dije con un tono triste
  -Mmm…vale, perdona si te he molestado. Has dicho que eres inocente… ¿qué se supone que hiciste para que te encerraran aquí?- preguntó con un tono demasiado curioso.
  -No me has molestado, solo te digo lo que pienso sobre todo esto - y era cierto, porque esa era mi opinión - Y lo de porque estoy aquí no es tu problema, así que preferiría no hablar de ese asunto.
  -Vale, entiendo. Lo siento, soy demasiado curiosa.- dijo arrepentida
  -No importa, es normal, vamos, te seguiré enseñando todo esto y luego iremos a comer.
  -Vale, te sigo- dijo caminando detrás de mi.

 La llevé por todo el reformatorio y la fui explicando de que asignatura era cada aula, hasta que llegamos al hall y señalé hacia la derecha.

  -Ahí están las escaleras por las que se sube a las habitaciones y a la izquierda los baños, la biblioteca y la puerta trasera que da hacia un pequeño bosque que rodea un lago -dije - y por donde hemos venido da al gimnasio y a los vestuarios, y la puerta de enfrente es la entrada principal, que da a un patio con campo de baloncesto, de fútbol y de volleybol.

 Hubo un rato de silencio. La miré y me di cuenta de que no estaba demasiado atenta, ya que estaba mirándome fijamente e intercambiamos miradas.
 Era guapa, muy guapa y tenía los ojos más bonitos del universo.
  -Vale - dijo apartando la mirada -, derecha habitaci…
Y no le dio tiempo a acabar la frase.
  -¡Hola! - exclamaron al mismo tiempo dos chicas que venían corriendo por el pasillo - ¿Qué tal?
  -Hola – dije - Paula, Cris, os presento a Luna, una chica nueva.
  -¡Hola, encantada! - gritó la chica más alta y rubia - soy Paula.
  -Eso mismo – dijo la más bajita y castaña - y yo Cristina.
  -Hola – dijo tímidamente Luna.
  -¿Por qué no vamos a comer algo? - propuse.
  -Verás Nathan… - se disculpó Luna señalando su vestido y sus sandalias - me parece que me tengo que cambiar.
  -Oh, es verdad. Pues te esperamos aquí.
  -Tú espera aquí que nosotras la acompañamos, ¿vale?- sugirió Cris.
  -Enseguida volvemos - cortó Paula antes de que pudiera contestar.

 Me quedé mirando a las tres mientras subían hacia las habitaciones y al poco tiempo de que desaparecieron por las escaleras, una voz que procedía de detrás mía me sobresaltó.

  -Tío, ¿quién era la pelirroja? -dijo Matt, ¿quién si no?
  -Es nueva y me ha tocado enseñarla todo esto - contesté sin darle importancia.

Matt me contó lo que había hecho esa mañana y le pregunte que por qué tardarían tanto las chicas, así que, continuó hablando sobre ellas:

  -¿Por qué todas acaban saliendo contigo?- bromeó.
  -Primero, no estamos saliendo- aclaré – y segundo, puede ser ¿porque soy más guapo que tú, quizás?- dije esbozando una sonrisa.
  -Sí, claro, eso será- dijo Matt sin prestarme mucha atención y mirando por encima mía.
  -¿Qué pasa?- dije girándome para ver lo que pasaba a mi espalda.- Ah, ya vienen.
  -Parecen los Ángeles de Charlie- dijo Matt asombrado.
  -Y que lo digas - murmuré con la boca igual de abierta que la de Matt.

  Rubia, pelirroja y castaña. Llevaban minifaldas de color gris, camisetas azul celeste y manoletinas negras.

  -¡Ya estamos aquí! – exclamó la chica rubia.
  -Eh, esto… sí claro - dije con la cara de asombro todavía - ¿A dónde íbamos?
  -¡A comer! – gritó Cris.
  -Oh, sí, claro, que tonto - me disculpé.

 Caminamos hacia la puerta del comedor. Matt iba a mi lado y ambos íbamos en silencio delante de las tres chicas. Paula y Cris no paraban de hablar y Luna iba en medio, sonriendo, pero por lo que vi cuando me di la vuelta no las prestaba demsiada atención, solo miraba hacia nosotros con la mirada pensativa.

 Cuando llegamos al comedor, me di cuenta de que no había presentado a Luna y a Matt, pero mi amigo se me adelantó:
  -Bueno tendréis que presentarnos ¿no? – soltó Matt de repente dirigiéndose a mi.
  -Sí, es verdad – dije – Matt, esta es Luna; Luna, este es Matt, un buen amigo.
  -Encantada – dijo Luna mirando a Matt.
  -Lo mismo digo – dijo Matt sonriendo.
  -Bueno, vamos a comer – dije cortando los pensamientos de Matt – Luna, ven. Las bandejas se cogen de aquí y te sirves tú mismo la comida – aclaré dándola una bandeja. Cuando la cogió, me siguió hasta donde había que servirse la comida – Permíteme – la dije sirviéndole la sopa.
  -Gracias – me respondió con una preciosa sonrisa mientras yo me perdía en su bonita mirada azul.
  -Ejem, ejem. ¡Venga, que hay hambre! – cortó Cris que iba la última.
  -Si, esto… perdón – dije sirviéndome y echándome a un lado.

 Llegamos a una mesa rectangular vacía y nos sentamos: Matt y yo en un lado y las tres chicas en frente nuestra. Y justo, supongo que por pura coincidencia, Luna se sentó en frente mía y sus pies rozaron los míos.

  -¡Qué suerte, sopa, croquetas y  yogurt!, es lo único que no sabe a mierda que dan aquí – señaló Matt sonriente – seguro que es porque ha venido Luna.
  -Sí debe de ser – dije distraído

 Al rato Paula rompió el silencio:
  -¿A que no sabéis qué? Pues que esta noche… - dijo intentando intrigarnos-
¡hay fiesta!
  -¡Sí! – chilló Cris – Luna, ¿te apuntas?
  -Bueno… ¿dónde es? – preguntó tímida.
  -A las diez en el bosque al lado d…– comenzó Paula
  -¡¿Qué?! – grité - ¿Queréis que la castiguen su primer día?
  -¡No! – contestaron Cris y Paula a la vez.
  -Pues es lo único que conseguiréis – dije muy serio.
  -Sólo es para que se divierta un poco, no le arruines la poca diversión que le queda – objetó Matt
  -¿Pero tú quieres ir? – le pregunté a Luna que no había abierto la boca desde hace un rato.
  -Sí, me gustaría – me contestó con un hilo de voz – pero no hace falta que te preocupes por mí, ya soy mayorcita y sé cuidarme – repuso al ver la cara de enfado que debía tener yo.
  -Pero has acabado aquí, así que no estoy tan seguro – dije.
  -Ya, pero da la casualidad de que tú también estás aquí. Déjame en paz – dijo ella enfadada.
  -¡Vale!, haz lo que quieras, lo que queráis, pero yo no pienso ir. Adiós. – dije ya muy cabreado.

 Me levanté, dejé la bandeja en su sitio y me dirigí hacia la puerta del comedor a toda prisa dispuesto a dar una vuelta para despejarme.
 No lo podía creer, encima que intentaba protegerla y ayudarla ¡se enfada con migo! Lo hacía por su propio bien, solo quería que no le pasara nada malo y menos en su primer día.

 Llegué al exterior, al extenso bosque, con su pequeño lago y el mirador.  Fui directo allí, al mirador, donde solía ir para pensar. Y justo antes de llegar oí esa voz:
  -Espera – gritó ella. Y entonces me di la vuelta – Espera… - dijo mientras cogía aire – ¿cómo has ido tan rápido?, te he visto salir por la puerta cuando estaba a dos metros de ti y de repente he salido del comedor y ya no te he vuelto a ver – preguntó.
 Es verdad, no me había fijado, pero he llegado aquí bastante más rápido de lo normal. ¿Cómo lo había hecho?
  -Esto… no lo sé, no me había dado cuenta – dije rascándome el codo del brazo izquierdo como acto reflejo.

 Luna se me acercó, me cogió ese mismo brazo y miró hacia la blanca y alargada mancha que tenía justo debajo del codo, la rozó con los dedos y se quedó allí contemplándola fijamente durante unos minutos.
  -Bueno, ¿al final vas a ir a la fiesta? –dije cortando ese incómodo silencio sin saber que decir
  -Eso no importa ahora – dijo ella muy pensativa - ¿cuándo te salió esta mancha?
  -Bueno pues unos cuantos días antes de llegar aquí, hace unos dos años – contesté sin saber a qué venía tanto alboroto - ¿ a qué viene tanta curiosidad por una mancha ahora?
  -No es solo una man…- dijo en un susurro – Bueno, pues eso, curiosidad, es que una amiga de mi instituto tenía una muy parecida y me has hecho recordarla.
  -Qué coincidencia. Bueno, ¿para que venías tan deprisa? – dije ya más serio.
  -Venía a disculparme, tú solo querías protegerme y los demás te hemos mandado a la mierda. Perdóname por favor – me dijo con mirada suplicante.
  -Bueno, soy yo quien me tengo que disculpar, perdón, tenías razón. Es tu vida. – dije
  -Bueno yo te perdono y supongo por lo que has dicho que tú me perdonas así que ya estamos en paz.
  -Sí, ya está. ¿Al final vas a ir? – pregunté temiéndome la respuesta.
  -Sí, se lo he prometido a los tres, ya no me puedo echar atrás, pero tú si puedes cambiar de opinión e ir.
  -No voy a ir – dije.
  -Pero ¿por qué? – preguntó sin entender.
  -Porque no me apetece y además… - mentira, si quería ir para estar con ella, pero no me atrevía a soltárselo así, como si nada.
  -Además ¿que? – volvió a preguntar.
  -Nada, da igual – aparté la mirada.

Hubo un silencio que acabé rompiendo yo:
  -¿Qué tal con Paula y Cris? – pregunté.
  -Quitando que no me dejan sitio en el armario… son bastante majas – bromeó.
  -¿Que no te dejan sitio? ¿Compartís la misma habitación? – pregunté alegrado.
  -Sí, ¿es que no lo sabías?, se me había olvidado decírtelo, estamos las tres en la habitación número 34.
  -Pues la que compartimos Matt y yo está justo en frente – dije alegrado.
  -¡Qué bien¡ - exclamó.
 
Nos quedamos un rato en silencio, observando el lago. Y entonces ella habló:
  -Creo que debería subir a ordenar mis cosas y todo eso… - dijo.
  -Sí, claro, vamos – dije señalando hacia el reformatorio.
 Llegamos al interior del reformatorio y comenzamos a subir las escaleras, entonces una voz detrás nuestra nos paró:
  -Señor Redfield… - era la directora Drina.
  -¿Sí? – contesté.
  -Veo que ha hecho bien su trabajo, ¿es así señorita Auguste? – dijo volviéndose hacia Luna.
  -Eh… sí, claro – dijo distraída.
  -Bien, os dejo, tengo cosas que hacer – y se fue.

Continuamos subiendo hasta que llegamos al pasillo que separaba nuestras habitaciones.
  -Bueno, ya estamos aquí – dije parándome entre las puertas de nuestras habitaciones.
  -Sí, esto… gracias por todo – se acercó tímidamente y me besó en la mejilla- Hasta luego.
  Se dio la vuelta, abrió su puerta pasó y cerró.

 ¿Qué significaba eso? ¿Desde cuándo para dar las gracias se daba un beso?
 Entré en mi habitación, me tumbé en la cama, cerré los ojos y volví a recordar pero esta vez dormido:
<<- Vamos, tardas mucho.
  -¿Qué? Es que tú corres demasiado.
  Se paró frente al río, se dio la vuelta y se echó a mi cuello mientras sus labios rozaban los míos.
  -Te quiero – dijo
  -Lo sé, yo a ti tam…>>

 Las diez menos cuarto.
 Mierda, me he vuelto a quedar dormido.

3 comentarios:

  1. Olaa! Acabo de terminarme este capi, y quiero decirte que esta muy bien, en cuanto pueda sigo leyendo ok?
    Te sigoo!

    PD: pasate por mi blog y me cuentas que tal esta?
    http://historiasquetellegaranalalma.blogspot.com/

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    1. holaa!! somos dos amigas, maría y alicia.
      Yo soy Alicia, he leido el primer capitulo de tu blog, ¡¡está genial!! voy a seguirte ok¿? jaja y le dire a maría q se pase tambn por el blog. :D

      PD: me alegro mucho q te haya gustado nuestro blog

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  2. Me gusta mucho esta novela y eso que solo he leído este cap. ^^ la seguiré leyendo cuando tenga tiempo :D

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