viernes, 1 de julio de 2011

CAPITULO 3

Otra vez la misma canción de todas las mañanas y no en sentido figurado, todas las mañanas ponían la misma melodía para despertarnos.
 Lunes, siete y media de la mañana y... otra vez a clase. Como todas las semanas, bueno, no como todas, esta era distinta porque Luna estaba en el reformatorio.
 Estaba más animado que en el fin de semana. El día anterior había llegado a una conclusión: no iba a hacer  nada (por lo menos de momento), si Luna me quería ya hablaría con ella y si no pues nada. No iba a dejar que otra chica fuera mi “todo” en la vida, porque eso ya me pasó una vez, y cuando se marchó dejó un vacío espantoso que solo logré llenar con sus recuerdos y al hacerlo lo pasé peor. Ya han pasado dos años desde que ocurrió todo y todavía no he logrado olvidarla, ya no tengo ese vacío tan… vacío porque aquí Matt, Paula y Cris ocupan la mayor parte de ese espacio en blanco y lo convierten en colores.
 Esta será la ley de mi corazón a partir de ahora: no dejes que alguien sea tu “todo” porque cuando se vaya no te quedará nada.

Me levanté de la cama y fui directo a despertar a Matt.
  -Vamos, Matt - dije intentando despertarle - ¡Hora de despertarse!- grité antes de tirarme encima suya.
  -¡Oh, no! - se quejó - ¡Otra vez no! ¿No eres ya mayorcito para hacer esto?
  -Puede ser, pero... no importa - dije riéndome mientras me levantaba - O te levantas ya o me vuelvo a tirar - amenacé.
  -Vale, vale, ya voy - dijo confundido - pero… ¿cómo es que estás de tan buen humor?

 No respondí, solté una carcajada y me fui a duchar.
 Bajamos a desayunar con las chicas y después fuimos corriendo a clase ya que casi no nos daba tiempo.
  Las horas de clase pasaron muy lentamente y los 15 minutos de recreo no es que fueran de mucha ayuda para descansar de las tres clases anteriores y prepararte para las tres siguientes.
  Cuando por fin sonó el timbre que marcaba el final de las clases salí pitando de clase para encontrarme con los demás en el vestíbulo. No es que me alegrara mucho ya que no podía salir del reformatorio, así que salir de clase solo era una libertad relativa aquí dentro.
  Ya estaban todos en el hall cuando llegué, ya que mi aula era la más alejada, los saludé y nos fuimos a comer.


  -Bueno… ¿y cuando es la fiesta? - me preguntó Matt en la comida.
  -¿Qué fiesta? - dije confundido. ¿Desde cuando había una fiesta?
  -Vamos Nathan, - intervino Cris - a finales de semana es tu cumpleaños, ¿no creerás que no vamos a montarte una fiesta? 
  -Venga chicos, no hace falta que…
  -Oh, claro, ¡sí hace falta que te hagamos una fiesta! - exclamó Paula -, además, será la última.
 
 Es verdad, no me había dado cuenta, el sábado era mi cumpleaños, cumpliría dieciocho años y saldría de allí y me llevarían a…
  -¿Por qué la última? - preguntó Luna un tanto preocupada.
  -Nathan cumple los 18 y lo sacan de aquí - respondió Cris volviéndose hacia ella.
  -¡Oh! - exclamó la chica pelirroja.
  -Vale, pues habrá fiesta - gritó Matt - ¡La mejor fiesta de la historia de este reformatorio!
 Todas las miradas del comedor se posaron en él y todos menos Luna nos echamos a reír.
 Cuando salimos del comedor advertí que Luna estaba muy seria desde que mencionamos mi fiesta; de hecho, iba la última, pensativa y cabizbaja; así que decidí ponerme a su lado.

  -¿Qué te ocurre? - pregunté -  has estado muy seria durante toda la comida.
  -No, esto… no me pasa nada - estaba a punto de llorar - no importa.
  -Vamos, cuéntamelo - dije, y entonces se le escapo una lágrima que yo recogí suavemente -. No quiero verte triste y me gustaría ayudarte, si tú me dejas. Somos amigos ¿no?
  -Sí, claro, verás es que… - bajó la vista y se sonrojó levemente - eres la primera persona que conocí al llegar aquí y si te vas pues…
  -Vamos, tienes a Cris, a Paula, a Matt y… - ¿de verdad estaba triste porque yo me iba? ¿Me querría? De momento no estaba seguro, así que no iba a arriesgarme, de momento; iba a poner un muro que no me dejara demostrar que ella si me gustaba.
  -Ya, pero no es lo mismo porque yo... - tartamudeó - yo…
  -¡Vamos, que os quedáis atrás! - era la voz de Cris.

 Y era cierto, nos habíamos parado para hablar y los demás ya estaban saliendo a la parte delantera.
 Anduve junto a Luna hasta llegar al exterior.
  -Si quieres luego seguimos la conversación - le dije justo antes de llegar a la altura de los demás.
  -¿Qué hacíais? - preguntó Paula.
  -Nada, solo estábamos hablando y nos hemos distraído - nos disculpé, ya que Luna todavía estaba triste y se veía que no tenía ganas de hablar con nadie.
  -Vale, ¿y a dónde vamos ahora? - preguntó Matt.
  -Podríamos ir a... - comenzó a decir Paula.
  -Señor Redfield, señorita Auguste - era la directora.
La directora posó su mano en mi hombro y en el de Luna
  -¿Podrían acompañarme a mi despacho un momento, por favor?
  -Sí, claro - contesté mirando a Luna que tampoco entendía nada.
¿Y ahora que habíamos hecho?
  -Luego nos vemos… - nos despidió Paula mientras se marchaba con los demás.

La directora nos llevó directamente hacia su despacho y noté como todos los alumnos que había en el hall se quedaron mirándonos.
Cuando llegamos, Drina nos hizo tomar asiento y nos ofreció algo de beber  pero ambos lo rechazamos.

  -Le ha enseñado todo a la alumna nueva - se dirigió a mí - ¿no es así, señor Redfield?
  -Sí, eso creo - respondí tímidamente.
  -Bueno, ¿usted que opina, señorita Auguste?
  -Que sí, que me lo ha enseñado todo muy bien y también me ha integrado en su grupo y le estoy muy agradecida - dijo Luna tímida pero ya más contenta que antes.
  -¿Le ha enseñado también la biblioteca? - ahí me había pillado, ni se me había pasado por la cabeza ese lugar -. A los estudiantes se os suele olvidar ese tipo de lugares.
  -Pues… tiene razón - admití - se me ha olvidado. En cuanto pueda iré a enseñársela.
  -Bien, y me gustaría que le enseñase el reformatorio a otro alumno que entrará dentro de unas horas - dijo como si fuera un orden y no una petición -. Creo que su caso es parecido al suyo, así que a lo mejor puede ayudarle antes de que usted se marche a finales de semana.
  -Eh… claro, le enseñaré todo el reformatorio, incluso la biblioteca - dije confuso. ¿Su caso era parecido al mío? Lo dudaba, pero bueno, tendría que preguntarle en cuanto le conociera; si su caso de verdad era parecido al mío a lo mejor me podría ayudar.
  -Muchas gracias. Y ahora márchense y espero no verles muy a menudo por mi despacho, sobre todo usted; Luna.
  -Adiós, directora Drina - nos despedimos ambos cuando salíamos por la puerta.
  -Me parece que te tengo que enseñar la biblioteca - dije a Luna cuando estábamos en el pasillo y la conduje hasta allí.
 
 Llegamos a la puerta de la biblioteca. Aquella enorme y vieja puerta por la que pasaban tres personas al año.
 Recordé la última y única vez que había estado allí, cuando la directora mandó a Paula que me enseñara el reformatorio cuando llegué.

  -Esto es la biblioteca - dije señalando la puerta.
  -¿Se puede pasar? - preguntó.
  -Sí, claro, adelante - contesté abriendo la puerta.

 Era una sala muy grande, ordenada y llena de polvo; ya que al no tener muchos visitantes no la solían limpiar. Había bastantes estanterías llenas de libros (creo que inservibles aquí dentro). Tenía dos pequeñas ventanas al fondo, por lo que era bastante oscura si no encendías la luz; cosa que nadie hacía desde hace años.
 En ese momento la biblioteca estaba vacía,  hasta la bibliotecaria se había ido, no había nadie; la gente del reformatorio quedaba claro que no se tomaban muy en serio los estudios.

 Estuvimos paseando entre los enormes bloques de libros mientras le enseñaba donde estaba cada sección, era muy fácil ya que había un cartelito que lo decía al principio de cada una, y cuando acabamos y estaba a punto de salir por la puerta me di cuenta de que Luna no me seguía.
 Retrocedí sobre mis pasos y vi a Luna en la sección de historias y leyendas intentando sacar un libro.
 De repente la estantería se tambaleó. Acto seguido estaba corriendo hacia Luna y entonces, en tan solo unas milésimas de segundo, me di cuenta de que protegía a Luna de los libros que caían y, encima, los golpes de los libros no me dolían lo que yo suponía que tenían que doler.
 Me levanté y, con Luna en brazos, llegué a una amplia mesa situada al final del pasillo que formaban las estanterías.
 Deposité a Luna allí.
  -¿Estás bien? - pregunté preocupado mientras me recorría con la vista en busca de una herida y me di cuenta de que me picaba la zona del codo izquierdo, me debía de haber llevado un golpe allí.
  -Sí, sí. Gracias por salvarme. ¿Y tú, estás bien? - preguntó interesada al ver que no tenía ninguna herida.
  -Sí, la verdad, no se como he sobrevivido pero estoy intacto - contesté contento. Entonces vi un atisbo de entendimiento en sus ojos, ese mismo atisbo de entendimiento que la veía cada vez que yo hacía algo… por así llamarlo “sobrenatural”, como si comprendiera  por qué me pasan todas estas cosas. En ese momento lo entendí, supe que ella me ocultaba algo, estaba seguro de que ella sabía que me pasaba, por qué de repente tenía algo así como superpoderes. Nos miramos y ella entendió en mi mirada lo que había descubierto -. Tú lo sabes, ¿verdad? Sabes por qué puedo hacer todas esas cosas - dije medio acusándola medio preguntándola.
  Ella tan solo asintió.
  -¿Qué me está pasando? Vamos, el otro día salí corriendo del comedor a una velocidad que nadie podría alcanzar, esa misma noche; en la fiesta, me volví invisible y ahora, de repente, he aparecido encima tuya otra vez a una velocidad increíble y los libros que se me han caído encima no me han lastimado. Por favor, dímelo.
   Ella sostuvo mi mirada, no me contestó.
  -Vamos, por favor, Luna, necesito saberlo.
Me miró durante unos instantes. Estaba dudando si contármelo o no, yo lo veía en sus ojos color cielo.
  -Nathan, tengo que contarte una cosa - susurró preocupada - pero es muy importante que no se lo cuentes a nadie, bajo ningún concepto. Prométemelo.
  -De acuerdo, confía en mí, no se lo diré a nadie. Lo prometo, pero contéstame por favor: ¿Qué me pasa?
  -No te pasa nada. La pregunta que te debo contestar no es que te pasa sino que eres - respondió tranquila, con su mirada fija en mí. Era la primera vez que la veía tan segura de sí misma.
  -¿Qué soy? - pregunté al ver que no proseguía mientras unos pasos se acercaban a nosotros.
  -¡Hola! - saludó Cris - ¡Chicos, están aquí!
 
 Luna y yo cruzamos una mirada de entendimiento. No podía comentar nada hasta que volviéramos a estar a solas.
 
  -¡Hola! - saludó Matt.
  -¿Qué ha pasado aquí? - preguntó Paula al ver los libros que habíamos dejado tirados en el suelo.
  -Se me acaba de caer la estantería entera porque he intentado coger un libro para el trabajo de Historia y estaba demasiado alto - se justificó Luna.
  -Pues en ese caso te ayudamos a ordenarlos y después nos vamos fuera a dar una vuelta.

 Lo ordenamos entre todos y a los veinte minutos ya habíamos acabado, estuvimos hablando de varias chorradas mientras los recogíamos y nos lo pasamos bien.
 Pero aún así yo estaba preocupado por lo que me había dicho Luna hace un momento ¿qué se suponía que era yo? Mi respuesta hubiera sido: un chaval de diecisiete años que estaba encerrado en un reformatorio porque le habían acusado de una desaparición, pero que no tenía nada que ver; todo lo contrario, esa persona lo era todo para él y desapareció sin dejar rastro, literalmente.

 Volvimos a la mesa en la que había dejado a Luna después del accidente con los libros y casi no nos dio tiempo a sentarnos a ninguno cuando comenzó Cristina a hablar.

  -Venga vamos a dar una vuelta - dijo Cris en cuanto terminamos de colocar todo. Matt y Paula se levantaron y la siguieron hacia la salida y al ver que Luna y yo no la seguíamos añadió -. Iba por todos ¿eh?
  -Pero ¿qué pasa? ¿Qué vosotros nunca estudiáis ni hacéis los trabajos? Yo si estoy aquí es por algo - mentí. La verdad es que estábamos aquí porque la directora nos lo había mandado, pero ellos no lo sabían y además necesitaba terminar mi conversación con Luna.
  -Pero ¿es que la directora os ha lavado el cerebro o qué? Bueno, pues haz lo que quieras empollón - intervino Paula - Y tú Luna, ¿te vienes?
  -La verdad es que yo también debería quedarme para ponerme al día y eso… - intentó escaquearse ella.
  -Tú no te preocupes por eso, que luego te ayudamos Paula y yo - insistió Cris agarrándola de la muñeca y tirando de ella hasta ponerla de pie.
  -Bueno…, vale, pero no tardaremos mucho ¿verdad? - preguntó excusándose con le mirada, la conversación la tendríamos que acabar en otro momento.
  -Yo me quedo aquí con Einstein - declaró Matt sentándose a mi lado.
  -Venga, vale, pero no tardéis en salir o tendremos que volver a aquí y habré batido mi récord de pasar a la biblioteca - terminó Cris antes de volverse y salir de la biblioteca junto con Paula y Luna.

 Siempre igual, tenía que aparecer Cris, sola o acompañada, para cortarnos todas la conversaciones a Luna y a mí.
  Yo seguía dándole vueltas a la conversación con Luna, no tenía ni idea de a que se refería con qué era. Estaba tan concentrado que ni me había fijado que Matt estaba junto a mí intentando hablar conmigo hasta que carraspeó.

1 comentario:

  1. ME ENCANTA!!!!! os falta mucho para poner el 4 capitulo es que lo estoy deseando un beso

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