domingo, 2 de octubre de 2011

CAPITULO 5


 ¿Qué? ¡Esto era increíble! ¡Era un Protector Blanco! Había estado tan ¨tranquilo¨ en el reformatorio hasta que, de repente, llega una chica y me empiezan a pasar cosas extrañas. Corría mas deprisa que los demás, me hacía invisible, no me hacía daño con facilidad…
 Y además había una panda de malos llamados Asesinos de la Oscuridad y otra de buenos llamados Protectores Blancos.
 Los Asesinos querían, como su nombre indica, matar a los Protectores y yo era uno de los Protectores.
 Y esa era la parte de la historia en la que supuestamente, yo debería tomar a Luna por loca, pero no era así, porque, para poner la guinda, estaba locamente enamorado de ella.
 ¡Tierra trágame!

 Un balonazo en la cabeza me sacó de mi ensoñación.
  -Lo siento - gritó Víctor mientras se acercaba corriendo hacia mí.
  -No pasa nada, da igual - respondí en voz baja - estoy bien.

 Me sentí un poco mareado por el golpe, por lo que me senté.
 Víctor se sentó a mi lado para disculparse otra vez, pero más que eso parecía que estaba inspeccionando mi rostro, como si intentara acordarse de donde me había visto antes, y justo cuando yo iba retirar la mirada me fijé de una gran cicatriz que recorría su cuello.
 Al darse cuenta de que yo estaba observando su cicatriz, Víctor se incomodó y cambió de postura para que yo no pudiera verla.

  -¿Qué te pasó? - le pregunté.
  -Eh… nada, un simple arañazo - murmuró molesto por mi pregunta.

 Después, sin decir nada, se levantó y se reunió con los demás, que estaban a unos metros de nosotros mirándonos. 

  -Lo siento - dije levantándome - pero se me han quitado las ganas de jugar. Necesito estar solo.

 Nadie objetó nada, así que comencé a andar hasta un pequeño claro, mi preferido, donde iba siempre a pensar. Me senté debajo de un gran roble, entre dos de sus grandes raíces.
 Cogí varias piedras y me entretuve un rato tirándolas contra el árbol de en frente.

  -¿Me puedo sentar? - me giré y vi a Luna apoyada en el tronco del árbol bajo el que yo estaba sentado. La hice un gesto con la mano para que se sentara a mi lado. Cuando se sentó nuestros brazos se rozaban, estábamos apretujados entre las dos raíces del roble. Estuvimos un rato en silencio, disfrutando el uno del silencio del otro, hasta que Luna comenzó a hablar.

  -Nathan - dijo con voz suave - prometiste escuchar hasta el final.

  ¿Cómo? ¿Es que todavía había más? Intenté disimular un poco mi expresión de sobresalto.

  -Claro. - respondí - ¿Qué más me tienes que contar?
  -Bueno, la verdad es que tú no eres un Protector Blanco cualquiera. Eres el último Protector Blanco conocido.
  -¿Cómo? ¿El último conocido?- esta vez no pude evitar que mi rostro  mostrara que estaba alucinado.
  -Verás - soltó un largo suspiro - desde siempre han existido los Protectores Blancos y, por tanto, también los Asesinos Oscuros. Esto quiere decir que siempre ha habido  una lucha entre el Bien y al Mal. Hace 17 años hubo una gran batalla en la que el Mal dominó al Bien - aquello se ponía interesante, así que me callé y seguí  escuchando con atención a Luna. - Sólo quedaron con vida unos pocos de los nuestros, los más fuertes y con más poder, llamados “Las Autoridades Superiores”, y ellos tomaron una decisión rápida. Dotaron de las habilidades de los Protectores Blancos a doce bebés recién nacidos. Uno de los cuales eres tú.

  Me quedé pensando un momento.

  -Luna - dije - ¿cuántos años tienes?
  -Diecisiete…
  -Entonces, ¿tú eres…?
  -¡Oh, no! - me interrumpió - yo no soy una Protectora, soy una Buscadora.
  -¿Y cuál es tu papel en toda esta historia?
  -Mi misión, junto con otros dos Buscadores, es encontrar a los doce Protectores Blancos - explicó - aunque ahora es imposible - parecía muy apenada así que le cogí la mano para tratar de consolarla, y ella me apretó con firmeza.
  -¿Por qué dices eso? - pregunté sin soltarle la mano.
  -Por que tres de ellos fueron asesinados y otros dos se pasaron al lado del mal, ahora solo quedan seis ya que te he encontrado a ti, y hasta que no los encontremos la vida de cada uno de ellos peligra.
  -Pero para eso ya hay otros Buscadores ¿no?
  -Somos tres Buscadores en total, ya que mataron a los otros dos… - en esta parte la voz se le fue y le salieron algunas lágrimas que yo le retiré rozando su mejilla delicadamente con mi mano - así que no damos a basto, y además hay muy pocas pistas sobre donde se pueden encontrar a los demás Protectores. Ahora debo llevarte con Las Autoridades Superiores para que te enseñen a combatir contra los Asesinos Oscuros. No hay tiempo que perder.
  -No, de ninguna manera, no voy a alejarme de ti. Te ayudaré a buscarlos.
-¿Qué? ¿De veras estás dispuesto a ayudarme? – preguntó sorprendida

Lo pensé un pequeño instante. Si me iba con las Autoridades la perdería hasta que volviera a encontrar a otro Protector o, en el peor de los casos, la perdería para siempre si un maldito Asesino se la llevaba por delante. No podía permitir ninguna de las dos cosas y menos la segunda si estaba en mis manos impedirlo.

  -No quiero ir con las Autoridades, quiero ayudarte a encontrar al resto de los Protectores - dije sin pensármelo dos veces.
  -No puedo hacer eso, tengo que llevarte allí para que aprendas y te entrenes y…
  -¿Y si yo no quiero? ¿Y si simplemente quisiera seguir con mi vida normal?
  -No…, no lo sé. Pero, Nathan… ¿de verdad estas dispuesto a dejarlo todo para venir conmigo? - preguntó preocupada por mí -. Es muy arriesgado y no tienes la preparación adecuada y…
  -Me da igual lo que opines, si no me dejas acompañarte por las buenas, te seguiré a donde vayas - corté.
    Nos quedamos un momento en silencio.
  -Vale – accedió – pero te tendré que ensañar a controlar tus poderes y… – hizo una pausa – hay algo que quiero saber.
  -Lo que sea – respondí.
  -Antes, en la biblioteca... cuando hablabas con Matt... había algo que me tenías que decir y que...
  -Te quiero – solté de repente.
  -¿Perdona? – dijo asombrada.
  -Que estoy enamorado de ti desde el momento en que la directora nos presentó, desde que vi tus hermosos ojos y tu pelo y...y te quiero – al momento de decirlo noté como las mejillas me ardían – Vale, ya lo ha dicho. ¡Puff! – ¿En serio acababa de decir todo eso?
  -¡Vaya que si lo has dicho! – dijo ella – Pero verás, es que tú y yo no pod...
- No le dio tiempo a terminar la frase porque algo tiró de mí hacia ella y la distancia que había entre nuestros rostros desapareció cuando posé mis labios sobre los suyos.
Ella rodeó mi cuello con sus brazos y yo puse los míos alrededor de su cintura.
Llevaba mucho tiempo esperando este momento y, por fin, había llegado.
Cuando nos separamos ella suspiró.
  -Te quiero.
  -Y yo a ti – respondí sonriendo.
Esta vez fue ella quien acercó sus labios a los míos
  -Ejem, ejem tortolitos, – la voz de Cris hizo que nos levantáramos de un salto – nos vamos a dar una ducha, pero veo que vosotros dos tenéis cosas mejores que hacer… – dijo con una amplia sonrisa dibujada en su rostro.
Oí a Matt y a Paula soltar una carcajada detrás de Cris y Luna y yo nos pusimos rojos como tomates aunque también nos reímos.
Pero tan solo yo me percaté de que Víctor estaba apoyado en un árbol, con la cara seria y cruzado de brazos.
Luna siguió la dirección de mi mirada y se estremeció.
La agarré por la cintura con un brazo y la atraje hacia mí.
  -¿Estás bien? – susurré de forma que sólo ella pudiese oírme.
  -Sí, no pasa nada, – murmuró – estoy bien - aunque su voz indicaba que estaba asustada.
  -Vale – dije, esta vez en voz alta – me voy a la ducha.
Fuimos todos en silencio hasta el edificio.
Matt y yo íbamos delante, seguidos de Luna y Paula, detrás Cris y un poco más alejado iba Víctor.
Cuando las chicas entraron en su habitación Víctor rompió el silencio.
  -Creo que deberías enseñarme el reformatorio – dijo mirándome a los ojos.
  -Tienes razón. Quedamos después de la ducha, un rato antes de la cena en el hall. ¿De acuerdo?
  -Vale. Hasta luego – dijo dejándonos a Matt y a í en la puerta de nuestra habitación.
  -Es un poquito raro, ¿no crees? – me preguntó Matt.
  -La verdad es que sí, un poquito mucho.
Nos miramos y sonreímos
Cuando entramos en la habitación llegó el no deseado interrogatorio de Matt.
  -¿Qué?  Ya se lo has dicho, ¿eh? Y por lo que veo, se lo ha tomado bastante bien – dijo partiéndose de risa.
  -No ha sido como me esperaba – confesé.
  -Pero ha ido bien, ¿verdad? O, al menos, eso parecía – se volvió a reír.
  -Paso de ti, me voy a la ducha – dije.
  -Vale, vale.
Cogí ropa limpia y me fui al baño a ducharme.
Mientras me caía el agua caliente recapacité sobre lo que había pasado esa tarde. Luna me quería, no me había apartado cuando la había besado; todo lo contrario, me había devuelto el beso.
Eso era bueno, ¿verdad? Suponía que sí.
A los 20 minutos bajé al hall y ahí estaba Víctor, pero no estaba solo. Junto a él estaba Luna y no parecía estar divirtiéndose precisamente. Tenía una expresión muy seria dibujada en su rostro; en cambio el de Víctor tenía una sonrisa burlona.
Me acerqué sigilosamente, sin que se dieran cuenta y escuché lo que parecía ser la última parte de su conversación.
  -Si de verdad le quisieras, tendrías más cuidado y no te dejarías guiar por tus sentimientos como haría cualquier adolescente en plena edad del pavo – decía Víctor con voz burlona – Pero como no es mi problema... además yo me ocuparé de ello, ya sabes que es mi trabajo.
Luna estaba a la vez confusa, furiosa, triste e… ¿impotente? Se la notaba en la cara. Dio media vuelta y se marchó  a la biblioteca.
Me acerqué hasta Víctor que aún sonreía.
  -Hola – saludé - ¿estás listo para el “tour” por el reformatorio?
  -Totalmente – contestó muy convencido.
  -Vale, empezaremos por la planta baja...
Y, de nuevo, le llevé por los mismos lugares por los que había llevado a Luna días atrás, sin olvidar la biblioteca.
 Cuando salíamos por la puerta de la biblioteca me atreví a hacerle a Víctor la pregunta que había estado deseando formular desde que le había visto hablando con Luna.
  - ¿De qué conoces a Luna?
  -¿Por qué lo preguntas? - preguntó sin contestarme.
  - Eso no es una respuesta - repliqué.
  - Ni lo tuyo tampoco - dijo con una sonrisa burlona.
Estuvimos un momento en silencio mirándonos, pero al final contesté:
 - Os vi hablando antes en el hall - expliqué -, parecía que os conocíais de antes.
  - Es que nos conocemos desde hace mucho.
  - ¿Y eso? - pregunté.
  - Nuestros padres eran muy amigos cuando nosotros éramos pequeños - explicó
  - ¿Eran? - seguí preguntando.
  -  ¡Eh, eh! Ya me toca a mí preguntar ¿no crees? - Se quedó pensando un momento y al fin preguntó -. ¿Por qué estás aquí?
  Su mirada me atravesó y me entró un escalofrío, pero aún así no me dejé intimidar.
  - No me gusta hablar de ello ¿Y tú? - dije manteniendo la mirada fija en él - ¿Qué has hecho para estar aquí?
  - Te voy a contar lo esencial: asesiné a una persona - dijo con toda la frialdad del mundo, como si no le afectara para nada, como si no importara. Esta vez si que me dio un escalofrío y me alegré de que al final del pasillo aparecieran Cris y Matt, si no, seguramente hubiera echado a correr en busca de algún lugar donde hubiera gente.
  - ¡Por fin! - gritó Cris - Os estábamos buscando.
 Esbocé una sonrisa al escuchar a Cris, ella seguía igual que el día en que la conocí. Era…, simplemente Cris.
 Fuimos al comedor y cuando llegamos a la mesa con la bandeja en la mano aparecieron Luna y Paula por la puerta.
 Para cuando llegaron ala mesa con la comida estábamos sentados en un lateral Matt y yo y en el otro Víctor y Cristina. Paula fue directa a sentarse junto a Cris, por lo que Luna no tuvo más remedio que sentarse junto a mí.
No sabía si eran imaginaciones mías o si era cierto pero Luna evitaba mis miradas y que habló conmigo poco y los más fríamente posible.
 Cuando acabamos de cenar, dijeron que iban a dar un paseo pero Luna se disculpó:
  - Yo no voy, estoy muy cansada, yo me subo a la habitación.
  - Te acompaño, yo también estoy cansado - me ofrecí.
  - No, Nathan, en serio, no hace falta que…
  - No me importa, vamos - dije sonriendo, aunque ella no me delvovió la sonrisa, pero por lo menos cedió y finalmente subimos los dos juntos hasta las habitaciones en silencio.
  Una vez en su puerta, le pregunté:
  - ¿Podemos hablar?
  - Claro - contestó algo indecisa -, pasa - dijo invitándome a entrar en su habitación.
  - ¿De que quieres hablar? - preguntó ya dentro.
  - ¿Qué te pasa? ¿Por qué te comportas así conmigo?
  - Yo no me… - comenzó a decir.
  - No me digas que no te comportas como si no me conocieras. Ayer me devuelves el beso y hoy ni me miras. ¿Tiene esto algo que ver con la conversación que has tenido con Víctor?
  - ¿Cómo? ¿Nos estabas espiando? ¿Escuchaste nuestra conversación a escondidas? - casi chilló Luna.
  - No, solo escuché la última parte, lo de que tenías que tener cuidado - expliqué - ¿Y además por qué no me dijisteis que fuisteis amigos de pequeños?
  - Por que fue hace mucho tiempo de eso y todos hemos cambiado, demasiado - dijo en tono cortante.
  - ¿Cómo qué habéis cambiado? ¿Te refieres a que él está aquí por que asesinó a una persona…?
  - ¿No sabes qué es, verdad?
  - Te refieres a que es un…
  - Sí, un Asesino de la Oscuridad, Víctor es uno de ellos, y ha venido a por ti - afirmó Luna.

Perdón por haberos hecho esperar tanto, esperamos que os guste. un besazo¡

3 comentarios:

  1. me a encantado esta super bien la verdad es que la espera a merecido la pena jajaj avisar cuando subais mas capitulos jajaj besos y mucha suerte! ;)

    ResponderEliminar
  2. Hola, he visto que os habéis pasado por nuestro blogg! Nosotras también os seguimos!! Por cierto la historia muyyy bonitaa!
    Besos nos pasaremos!

    ResponderEliminar
  3. nos alegramos de que os guste la historia, la vuestra tambien nos encanta, tiene una pinta...
    besazos

    ResponderEliminar